jueves, 28 de mayo de 2015

De la huerta a la mesa: quiche ligera de guisantes y hierbabuena {tartas saladas con Ventanas Verdes}

Este año tenemos la huerta un poco asilvestrada (por decirlo suavemente). Estamos salvando a duras penas las temporadas, conseguimos plantar las cebollas y los tomates en su momento, pero tenemos malas hierbas a tutiplén, y la mitad de las camas sin sembrar. La verdad, da un poco de pena verla. Sin embargo, creo que lo importante es que hemos sido capaces de no rendirnos y perseverar. Es cierto que nuestro ideal de autosuficiencia no lo estamos cumpliendo, pero la primera calabaza o los primeros puerros que ha probado Sami han sido los de la huerta y eso, qué queréis que os diga, ya justifica que continuemos aunque sea sacando tiempo de donde no lo hay.


La temporada de guisantes acaba de terminar. Este año plantamos unos guisantes "del país" que crecieron de maravilla y tienen una flor morada muy bonita, como podéis ver en la foto de arriba (los de la izquierda son los guisantes del año anterior, de otra variedad y con la flor blanca). Decidimos usar unas ramas de higuera en lugar de una malla de plástico para que se enganchasen y el resultado fue estupendo, crecieron enramándose a la higuera dando una mata preciosa, cargada de flores. Pero nos han resultado un poco rústicos de sabor. Los que nunca habéis probado guisantes frescos quizá no entendáis a qué me refiero. Los que sí, sabéis que los guisantes según se arrancan de la mata tienen un dulzor natural que los convierte en auténticas "golosinas" hortícolas. Un dulzor que les dura sólo unas horas, por eso hay que procesarlos lo antes posible. Lo mejor es blanquearlos y congelarlos si no van a ser consumidos de inmediato. Estos no estaban tan dulces, pero aún así tienen más sabor que los comprados.

Aprovechando que es temporada preparé esta tarta, para nuestro reto mensual con las Ventanas Verdes. Este mes el tema son las tartas saladas. Esta es mi versión aligerada de una quiche que encontré en la revista Saveurs, cambié el queso y la nata por yogur y créme fraîche porque la quiche tradicional siempre me ha parecido muy pesada. Ahora que ya hace buen tiempo, las tartas saladas dan mucho juego, así que seguro que sacáis un montón de buenas ideas de cara a los futuros picnics veraniegos.




Ingredientes,

2 huevos
1 yogur
150 gr de créme fraîche
250 gr de guisantes
un buen manojo de hierbabuena fresca
masa quebrada

Calentamos el horno a 210ºC.
Estiramos la masa y la ponemos en un molde (mejor si es desmontable). Blanqueamos los guisantes un par de minutos en agua hirviendo, escurrimos, dejamos enfriar y reservamos. Batimos los huevos junto con el yogur y la créme fraîche y añadimos la hierbabuena picada.  
Horneamos 30 mino hasta que esté la masa dorada y el relleno asentado.

Como siempre os invito a que visitéis el resto de Ventanas Verdes.


viernes, 1 de mayo de 2015

#SanidadDesnutrida: que tu alimentación sea tu medicina, por una atención nutricional especializada en la sanidad pública


"Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina."
 No lo digo yo, lo dijo Hipócrates en el siglo V antes de Cristo. Y para desgracia del que es considerado padre de la medicina moderna, esto es algo que en la Sanidad actual no se cumple. Bueno, no es que no se cumpla, es que la alimentación es un cero a la izquierda en el sistema nacional de salud, por mucho que sepamos a ciencia cierta que hay multitud de enfermedades que podrían prevenirse con una dieta y un estilo de vida saludables.
Precisamente para remediar esto el colectivo Dietética sin Patrocinadores ha convocado una manifestación el 10 de mayo, bajo el eslogan "Sanidad Desnutrida".  Y muchos blogueros comprometidos con una alimentación saludable estamos dando difusión al evento durante el mes de abril y mayo. Para ello nos pedían que hiciésemos una receta, o difundiésemos el manifiesto, o habláramos de lo que se nos ocurriera relativo al tema. Y yo he creído conveniente hablar sobre mi reciente experiencia como ex-embarazada y madre primeriza.

Hasta que me quedé embarazada mi experiencia con nuestro sistema sanitario era nula, gracias a una buena salud de hierro que supongo se debe a una mezcla de genética, suerte y buenos hábitos. Llevamos años comiendo lo que cultivamos, y en nuestra cocina campan a sus anchas los lactobacilos que habitan el yogurt, el kéfir, la masa madre y los fermentos varios que solemos preparar. Así que puedo decir que tengo un sistema inmunológico bastante privilegiado. Pero cuando me quedé embarazada tuve que ir a mis revisiones mensuales, y salvo decirme que lavara la lechuga con unas gotas de lejía y recetarme unas pastillas con ácido fólico, nadie me asesoró en ningun otro aspecto en cuanto a qué alimentación era mejor llevar. Lo cual me sorprendió porque, qué carajo, ese ser humano que está creciendo en tu panza se alimenta de lo que tú comes, así que si tú comes comida basura, él igual. Y varios de los problemas que puede acarrear un embarazo, como diabetes gestacional o hipertensión, podrían prevenirse llevando una alimentación adecuada. Mi sorpresa fue mayúscula cuando, alrededor de la semana 30, en las clases de preparación nos tocó una charla sobre alimentación. Ejem.... ¿a esas alturas? La mayoría de las mujeres que asistían conmigo a las clases tenían kilos de más, y al menos la mitad podrían haberse catalogado como obesas. Todas confesaron cosas como que "no salían del súper sin una bolsa de bollos" o que no comían fruta ni verdura. Prácticamente ninguna hacía ejercicio, salvo el que hacían en las clases. Francamente, esas mujeres habrían necesitado un nutricionista que las guiara y les inculcara hábitos saludables desde el principio. En un país que supera con creces la tasa de cesáreas recomendada por la OMS, seguro que influye el hecho de que una gran mayoría de las embarazadas llegue a término con sobrepeso.

Luego cuando nació Sami nos encontramos con el fabuloso mundo de los percentiles y las "ayuditas", parecía que era más importante que el bebé estuviera gordo a que estuviera sano. Afortunadamente nuestra pediatra es una defensora de la lactancia materna, pero cada vez que nos veía la enfermera de pediatría de turno nos soltaba cosas como "ah ¿toma SÓLO pecho?" "si no engorda más habrá que darle una ayudita". Tampoco hemos visto hasta el momento ni rastro de nutricionistas, y buena falta que harían ya que las recomendaciones al comenzar la alimentación complementaria tiene perlas como esta:


nada puedo añadir sobre el horror del "mi primer yogurt" que no haya dicho ya la OCU (entre otras cosas, ni si quiera son yogures y llevan azúcar) por eso el hecho de que lo recomienden me dejó ojiplática. ¡Recomendar un derivado lácteo con azúcar para un bebé de seis meses! Esto, si hubiera nutricionistas en pediatría, no pasaría. ¿Cuántos padres habrá por ahí que den a sus hijos guarrindongadas tipo Hero Baby? Si además de hacer las revisiones con el pediatra y poner las vacunas, los padres y madres pasáramos consulta con un nutricionista nadie estaría dando a sus hijos galletas a los 4 meses o postres azucarados a los 6.

Así que para mi ya sólo este motivo de su manifiesto es suficiente para reclamar atención nutricional especializada en nuestro sistema de salud:

Porque tenemos una tasa de obesidad infantil alarmante y en aumento, y no hay Técnicos Superiores en Dietética ni  Dietistas-Nutricionistas en atención primaria ni en pediatría.
¡Algo falla en tu Sanidad!¡Exige atención nutricional!
Apoya la campaña. Manifiéstate el 10 de mayo, a las 12:00, frente al Ministerio de Sanidad.