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martes, 28 de septiembre de 2010

Helado de vainilla para despedir el verano


Pues sí, se acabó. La semana pasada estrenamos oficialmente el otoño, aunque aquí todavía no nos hemos enterado. Bueno sí, me enteré ayer por la noche que me pelaba de frío en el observatorio. En veranito las noches arriba son estupendas, pero ahora ya hay que subir con calcetines que si no se queda una pajarito. Lo bueno de que refresque es que volvemos a tener fresas en cantidad. Esta es la cosecha que sacamos el sábado pasado: fresas, higos, tupinambos, tomates, una lechuga, alguna chirivía.... Tuve que hacer mermelada de fresas y de higos porque estaban bastante maduros. Y un clafoutis. Con los tomates hice salsa. En fin, que me pasé la tarde del sábado como una abuela, haciendo conservas :)


En todo caso en Santa Cruz sigue haciendo calor, aunque ya nos cayó la primera lluvia, el miércoles pasado,  justo cuando estaba en pleno curso de "conducción en situaciones peligrosas". Sí, sí, habéis oído bien, resulta que a los que trabajamos arriba nos hacen asistir a un curso en el que te enseñan a controlar el coche cuando derrapa o cuando tienes que hacer una frenada de emergencia, y mi jefe me "animó" a asistir, a mí ¡¡que he conducido menos de una docena de veces desde que me saqué el carnet!! Di tantos trompos que todavía me mareo al recordarlo, qué desastre.... pero bueno, a lo que iba. Que aquí aún hace calor, pero que aunque hiciera frío, un heladito siempre viene bien, si es casero mejor, como postre ligero para terminar una cena tranquila. Este además no necesita heladera, se hace muy rápido, no tiene apenas grasa ni azúcar pero queda  muy cremoso.

Ingredientes (para 4 personas)
 
200 ml de leche
1 y 1/2 cucharaditas de esencia de vainilla
50 gr de azúcar
250 ml de yogur
2 yemas de huevo
 
En un cazo calentamos la leche con la esencia de vainilla y el azúcar, dejando que llegue a ebullición a fuego lento. Batimos las yemas y las agregamos a la leche, y bajamos el fuego. Aquí tenemos dos opciones, o bien trabajamos con el fuego muy muy bajo, o bien ponemos el cazo a calentar al baño maría. Yo opté por lo primero. En cualquier caso, removemos sin cesar hasta tener una mezcla espesa. 
Lo retiramos del fuego y sequimos removiendo mientras se enfría un poco. Entonces añadimos el yogur, lo ponemos en un tupper y lo metemos en el congelador un par de horas.
Pasado ese tiempo, lo sacamos del conge, lo batimos bien, y lo volvemos a meter en el conge. Repetimos esta operación un par de veces más, cada dos horas. Luego lo podemos dejar en el congelador hasta el día que vayamos a consumirlo.
Sacar del conge 15 minutos antes de comerlo.

Nosotros lo servimos con unas castañas en almíbar que conservamos el año pasado.
Si queréis más recetas de helados (sin heladera) pinchad aquí.

Y si aún no habéis firmado la petición de la moratoria sobre la introducción de cultivos transgénicos en la Unión Europea id aquí rapidito!!! Faltan 20000 firmas para llegar al millón y que la UE nos escuche.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Posiblemente, la mejor receta de panecillos de hamburguesa, o si una francesa te dice que una receta de pan es perfecta, créetelo


En lo que se refiere a pan, los franceses saben de lo que hablan. Esto lo aprendí durante el año y medio que viví en Lyon, allí fue donde empecé a saber lo que era un buen pan, y, sobre todo, lo que era un pain pur levain, un pan de masa madre. Luego cuando llegué a Tenerife fue la nostalgia de esos maravillosos panes lo que me empujó a hacer pan yo misma, y así llevo varios años. Por eso cuando vi esta receta en Le Pétrin, el blog de Sandra, pensé que si ella decía que era perfecta, es que lo era. Y después de hacer el ketchup casero con los tomates de la huerta pensé que a ese ketchup había que ofrecerle un buen compañero de viaje, y decidí hacer estos panecillos y unas hamburguesas caseras. Y ya he hecho esta receta un par de veces así que, como dicen en Francia, testée et approuvée, ¡siempre sale bien! Y además son facilísimos de hacer.
La receta está dando la vuelta al mundo, porque Sandra, que la publicó en francés, a su vez la tomó prestada de Lisa, que la publicó en inglés, que a su vez la adaptó de una publicada por el chef Hidefumi Kubota en el New York Times. Y ahora yo la publico en castellano para que el mundo hispanohablante no se la pierda. La única modificación que me he permitido ha sido reducir un poco la cantidad de mantequilla. Ahí va:

Ingredientes para 8 panecillos,

500 gr de harina de trigo (yo usé harina de fuerza, pero Sandra usa harina francesa T55 que en realidad está más cerca de la harina de repostería)
2 cucharaditas de café de levadura seca de panadería
10 gr de sal
25 gr de azúcar
200 ml de agua tibia
75 ml de leche (yo usé leche desnatada pero Sandra usó leche de soja)
1 huevo
17 gr de mantequilla (Sandra pone 30 gr)

para pincelar, 1 yema de huevo, semillas de amapola y de lino

Mezclad en un bol todos los ingredientes excepto la mantequilla, y amasad hasta tener una mezcla homogénea. Lo más fácil es comenzar a mezclar los ingredientes con una cuchara de palo, y luego cuando la masa sea más manejable, se transfiere a una mesa de trabajo enharinada y se sigue amasando a mano. Si tenéis una amasadora o una máquina de pan, usadla para el amasado. Yo tengo que reconocer que usé la mía, y el resultado es bueno. Cuando tengáis una masa homogénea, incorporad la mantequilla en pequeños trozos poco a poco.
Amasad durante unos 10 minutos, hasta tener una masa lisa y elástica, un poquito adherente pero no pegajosa. Haced una bola con la masa y ponedla en un bol, tapada, y dejadla fermentar durante una hora y media o dos hasta que doble su volumen.
Pasado este tiempo, dividir la masa en 8 trozos de unos 120 gr. Dejad los trozos de masa reposar unos 5 minutos para que se relaje el gluten. Bolead los panecillos. Este paso es muy importante hacerlo bien, puede marcar la diferencia entre tener unos panecillos de bonita forma redonda y lisa, o tener unos panecillos abiertos por los lados. El boleado introduce tensión superficial y hace que los panecillos crezcan para arriba y no para los lados. Para bolear los panecillos correctamente, podéis ver este vídeo.


Poned los panecillos en bandejas de horno, sobre papel de horno si queréis, dejando suficiente espacio (al menos 5 cm) entre ellos ya que crecerán bastante. Aplastadlos un poco con la palma de la mano y dejad reposar una horita hasta que su volumen crezca 1 vez y 1/2.
Precalentar el horno a 200ºC. Cuando los panecillos hayan leudado, pincelarlos con la yema de huevo batida con un poquito de agua, y espolvorear con las semillas (gracias, Niko, había olvidado este paso). Hornear los panecillos 15 minutos o hasta que estén dorados.

Salen unos panecillos de masa suave pero que no se desmigajan y son capaces de sostener a una hamburguesa sin deshacerse.
La receta de las hamburguesas creo que es la estandar: para 8 hamburguesas, usamos 500 gr de carne de ternera y 250 gr de carne de cerdo y le pedimos al carnicero que las picase juntas. Y a eso le añadimos media cebolla picadita, un poco de mostaza, sal, y un huevo batido. Les dimos forma y las hicimos en la plancha. Y las acompañamos de cebolla frita, ketchup casero, tomates y lechuga de la huerta :) Y unas papitas fritas, que de vez en cuando no hacen daño.

Animaos a probar la receta, de verdad que es fácil y ¡seguro que os saldrán fabulosos!

martes, 14 de septiembre de 2010

Daring Cooks Sept'10: cómo hacer conservas - ketchup, bruschetta in a jar, y una mermelada de fresas y lavanda

El reto de los Daring Cooks de septiembre lo propuso John de Eat4Fun y consiste en  hacer conservas. Un reto perfectamente elegido para esta época del año, en la que todos los que tenemos huerto estamos en plena efervescencia conservera.
The September 2010 Daring Cooks’ challenge was hosted by John of Eat4Fun. John chose to challenge The Daring Cooks to learn about food preservation, mainly in the form of canning and freezing. He challenged everyone to make a recipe and preserve it. John’s source for food preservation information was from The National Center for Home Food Preservation.

Se acerca el otoño y, al igual que las marmotas y los osos, nosotros estamos preparando nuestras reservas para el invierno. Sé que soy muy pesadita con este tema, pero es que desde que llegué a Canarias mi alimentación es cada vez más acorde con la temporada del año en la que estemos. Septiembre es el mes de las conservas. Es un mes un poco agotador, porque claro, llegar del curro a las ocho de la tarde y ponerte a hacer mermelada pues a veces no es lo que más te apetece. Pero sabes que luego, en enero, cuando abras ese bote de mermelada realmente lo vas a agradecer. Y sabes además que es algo que tienes que hacer en ese momento, porque en octubre ya no va a haber higos ni tomates. Así que te pones a ello. Esto es otra cosa que aprendes del campo. Que las cosas a veces hay que hacerlas cuando toca, no cuando a ti te de la gana, y que todo tiene su momento.
Nosotros por ahora este mes de septiembre hemos preparado las siguientes conservas:

Mermelada de fresas y lavanda
Ketchup
Bruschetta in a jar
Las tres primeras son grandes clásicos conserveros de septiembre, y ya las he publicado anteriormente en el blog. En septiembre tenemos tomates de la huerta, higos a mogollón y empieza a haber moras. Los tomates los vamos tomando en gazpacho, en ensalada, pero siempre nos quedan para hacer unos cuantos botes de passata para poder disfrutarlos en invierno. Los higos hay que conservarlos porque llegan todos de golpe, maduran todos de sopetón y de pronto te juntas con varios kilos de higos que piden a gritos que hagas mermelada con ellos. Y las moras que hay por aquí tienen mucho sabor pero también muchas pepitas, así que lo mejor es pasarlas por el chino y hacer con ellas una delicada mermelada. Las tres últimas conservas son las que he preparado para el reto de los DC.



Lo primero, voy a refrescaros la memoria con el A-B-C de lo que hay que saber a la hora de ponerse a hacer conservas:
  1. Esterilizar los tarros y las tapaderas que vayamos a usar, hirviéndolas durante 15 minutos en abundante agua. Dejar secar sobre un trapo limpio, dados la vuelta.
  2. Rellenar los botes casi hasta el borde, dejando sólo un dedo de espacio entre el contenido y la tapa. Cerrar bien y dejar enfriar dados la vuelta.
  3. Una vez que los botes estén fríos, hay que hacer el vacío para que se conserven correctamente: poner los tarros en una olla cubiertos de agua, se lleva el agua a ebullición, y se dejan ahí 30 minutos, si son botes de medio kilo, o 15 minutos si son botes de 1/4. Se retira la olla del agua y se deja enfriar los tarros dentro del agua para que se haga el vacío lentamente. Este proceso, inventado por Nicolas Appert, se llama, en honor a su descubridor, apertización.
Siguiendo estos 3 pasos a mí nunca se me ha estropeado ninguna conserva. He leído que hay quien recomienda que el vacío, en el punto 3, se haga en olla a presión, porque alcanza más temperatura y así, de paso, te libras de la toxina botulínica. Esta es una toxina que se desarrolla en ausencia de aire, pero no puede vivir en medios ácidos, es decir, con un ph inferior a 4,5. Las mermeladas de fruta y las conservas de tomate tienen un ph inferior a 4,5 y son las que suelo hacer yo, así que nunca he usado la olla a presión. Pero si os planteáis hacer conservas de judías verdes, por ejemplo, quizá deberíais plantearos usarla, ya que la toxina muere a temperaturas superiores a 100ºC y para conseguir esa temperatura la única manera es la olla a presión.

Mermelada de fresas y lavanda

350 gr de fresas
175 gr de azúcar
1 cucharadita de flores de lavanda secas

Lavar las fresas, trocearlas, y ponerlas con el azúcar en un bol y dejarlo macerar toda la noche en la nevera.
Al día siguiente, pasarlo por la batidora y añadir la lavanda antes de ponerlo al fuego. Se pone al fuego lento, en una cazuela ancha, y se remueve hasta que alcance el punto de mermelada. Esto se puede comprobar poniendo una gota en un plato y viendo si gotea. 
Envasar, cuando aún esté caliente, en botes previamente esterilizados, y seguir el A-B-C de la conservación para preservar la mermelada.


Ketchup

cantidades para dos botes de 250 ml
1 kg de tomates maduros
2 cucharadas soperas de vinagre
2 cucharadas soperas de azúcar
2 cucharadas soperas de aceite de oliva
1 cucharadita de café de canela en polvo
1 cucharadita de café de comino
nuez moscada, sal y pimienta

Lavar y cortar los tomates. En una sartén de fondo grueso, calentar el aceite de oliva, añadir los tomates, y a los 5 minutos añadir el azúcar, el vinagre, el comino, la canela, un poco de muez moscada, sal y pimienta.
Cocinarlo a fuego lento durante una horita, hasta que tengamos una salsa espesa. Retirar del fuego y pasar por el chino. Volver a poner la salsa resultante al fuego y dejar espesar hasta que tenga la consistencia deseada. Yo lo dejé otra horita al fuego.
Envasar, cuando aún esté caliente, en botes previamente esterilizados, y seguir el A-B-C de la conservación para preservar el ketchup.
Dejar reposar un mes (yo no aguanté, lo dejé 3 semanas). Sale un ketchup muy especiado, más dulce que el ketchup habitual. A mi me gustó así pero si lo queréis menos dulce reducid la cantidad de azúcar.
fuente: Conserves & bocaux, Véronique Delarue et Chantal Nicolas, ed. De Vecchi

Bruschetta in a jar

1 kg de tomates maduros picados
aceite de oliva
orégano
1 diente de ajo picado
una pizca de preparado de especias para aglio, olio & peperoncino
sal

Esta fue una de las recetas propuestas en el reto. Es muy útil porque viene genial para los desayunos de fin de semana o para una cena rápida.
Mezclar bien todos los ingredientes, meterlos en tarros esterilizados, y cubrir con aceite de oliva. Seguir el A-B-C de la conservación para preservarlo. En este caso, como el bote era grande y los tomates no estaban cocinados lo tuve media hora al baño maría.

Gracias John por elegir un reto tan acorde con la temporada, ¡espero que esto anime a más gente a hacer sus propias conservas!

jueves, 9 de septiembre de 2010

De la huerta a la mesa: magdalenas de fresa y zanahoria


Ya estamos de vuelta. Y lo primero que hicimos, ¿qué fue? ¡Bingo! ¡ir a la huerta! Eso, y refrescar la masa madre, claro.....
Las dos semanas sin nuestros cuidados, y sobre todo sin nuestro riego extra, han hecho que las coles chinas que nos regaló R. y algunas lechugas hayan muerto. El resto estaba un poco seco, pero se ha salvado... uff. Las fresas ahora han casi parado su producción, pero nos regalan aún algún puñadito, y las tomateras están a pleno rendimiento.
Las vacaciones han sido estupendas. No habíamos organizado nada en absoluto, hemos ido improvisando, decidiendo cada día donde ir o qué hacer, durmiendo en el pueblo en el que nos pillara la noche. Pateando el monte 5 días seguidos, de refugio en refugio.Con la mochila de aquí para allá. Ya os contaré más, pero os dejo esto para que veais qué bonito estaba el monte.



Ingredientes para 12 magdalenas,

1 taza de harina de trigo de repostería
1 taza de harina de espelta integral (pero trigo serviría igual)
1 taza de azúcar moreno
1 y 1/2 cucharadas de café de levadura de repostería
1 cucharada de café de sal
1/2 cucharada de café de bicarbonato sódico
3/4 de taza de puré de zanahorias
1/4 de taza de aceite de oliva virgen
1 huevo
1 taza de fresas troceadas
una pizca de canela

Precalentar el horno a 200ºC.
Mezclar en un bol los ingredientes secos, excepto las fresas, y en otro los líquidos. Batir estos últimos hasta tener una mezcla homogénea, y añadir los primeros. Por último, añadir las fresas picadas.
Repartir la masa en 12 moldes de magdalenas (yo hice seis en molde de magdalena y seis en los moldes con la forma que se ve en la foto). Hornear unos 15 minutos, hasta que estén dorados y al pincharlos con una aguja esta salga limpia.
Salen unas magdalenas deliciosas, el sabor recuerda a la tarta de zanahoria, pero las fresas les dan un punto diferente.