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domingo, 28 de febrero de 2010

Crema de espinacas con aceite de albahaca y almendras


Con esta entrada inauguro oficialmente la etiqueta "platos de cuchara" donde están todos los potajes, cremas, sopas y curries cremosos que he publicado en el blog, en honor a ciertas fanáticas de estos platos, como Maite, Noema y Kako, de la que muchas nos hemos acordado especialmente en estos días, ¡va por vosotras!
En estos momentos la huerta sólo produce rabanitos, espinacas salvajes, alguna que otra lechuguita y unas pocas fresas. Las espinacas están dando mucho juego, tanto en ensaladas como en revueltos y cremas. Esta en particular quedó muy rica y es extremadamente fácil de hacer y muy resultona.

Para la crema:
1 batata roja, de buen tamaño
1/2 de litro de agua (aproximadamente, depende del tamaño de la batata)
un buen manojo de espinacas frescas
sal

Pelar la batata, y ponerla a hervir junto con las espinacas. Cuando esté blanda, pasarlo todo por la batidora, y si es necesario por el chino (en mi caso no fue necesario porque las espinacas eran fresquísimas).

Para el aceite de albahaca:
aceite de oliva virgen extra
un gran manojo de albahaca

Triturar la albahaca muy fina y mezclarla con el aceite. Guardarlo en la nevera y dejar reposar unos días antes de empezar a usarlo. Tiene que ser una buena cantidad de albahaca, en nuestro caso una vez triturada ocupaba como hasta la mitad de la aceitera.

Tostar unas almendras laminadas en una sartén con un poco de aceite.
Servir la crema con unas gotas de aceite de albahaca por encima y las almendras laminadas.

¡Que aproveche y que empecéis bien la semana!


jueves, 25 de febrero de 2010

HEMC#41: pastel de choclo (maíz dulce) chileno

Llego por los pelos, como siempre. Hoy es el último día para publicar las recetas del HEMC, que este mes nos trae Carolina y cuyo tema es la cocina latinoamericana.

hemc #41 - platos latinoaméricanos

Coincido con muchos de los participantes del HEMC en que mi desconocimiento de la cocina de ese continente es total. A parte de los típicos platos mexicanos, el pisco sauer y un par de cosas más, la verdad es que tuve que darle bastantes vueltas al asunto para dar con una receta. En casa tengo libros de cocina italiana, árabe, japonesa, tailandesa, francesa (y en particular provenzal), pero no tengo ningún libro de cocina chilena, o mexicana, o argentina. Finalmente, opté por esta receta chilena del libro "Clásicos vegetarianos del mundo", un libro del que me fio bastante porque siempre me ha dado buenos resultados. Si se quiere hacer más típico sólo hay que sustituir el relleno vegetariano de setas y huevo duro por pollo, pero el acompañamiento de pasas, semillas de comino, orégano y olivas sí que es el típico chileno.


Ingredientes (para 3 personas):

media cebolla
400 gr de maíz dulce (fresco, congelado o en lata)
250 gr de setas cortadas en láminas (en nuestro caso, rebozuelos ¡por supuesto!)
2 huevos duros cortados en rodajas
35 gr de pasas
1/2 cucharadita de semillas de comino
1/2 cucharadita de orégano
10 olivas deshuesadas
aceite de oliva virgen
azúcar moreno
sal y pimienta

Poner el maíz en un bol y triturarlo hasta conseguir un puré espeso.
Por otro lado, picar la cebolla y dorarla en una sartén, cuando esté transparente añadir el puré de maíz y remover constantemente hasta que alcance el espesor deseado (tiene que quedar como una bechamel espesa). Salpimentar y reservar.
Precalentar el horno a 200ºC.
En otra sartén incorporar las setas y freirlas hasta que se ablanden.
Colocar las setas, los huevos duros, las pasas, las semillas de comino, el orégano o las olivas en una fuente de horno. Esparcir el puré de maíz por encima, cubriendo la fuente y alisando la superficie. Espolvorear con un poco de azúcar morena y gratinar en el horno media horita o hasta que está tostado.

El resultado está rico pero sabía demasiado a maíz para mi gusto, el sabor del maíz predominaba sobre las setas y el delicioso relleno de especias y olivas. Creo que se podría poner una capa de maíz más fina. Pero es un plato vegetariano sin gluten y sin leche bastante equilibrado porque a los hidratos de carbono del maíz se le añaden las proteínas de las setas y el huevo, y además se prepara en un momentito, así que no es mala opción para apañar una cena.


lunes, 22 de febrero de 2010

Ravioli de castaña rellenos de calabaza con salsa de rebozuelos


Pues seguimos con las recetas a base de rebozuelos. Aquí hay rebozuelos, ¡todo el año! ¿No es alucinante? Hemos tenido fresas hasta diciembre, y hay setas en el monte todo el año. Para los que nos gusta alimentarnos con lo que recolectamos nosotros mismos esto es el paraíso.
El día que salimos a por setas con nuestros amigos recogimos bastantes y dieron para varias recetas. Y una de ellas tenía que ser, inevitablemente, pasta fresca. Llevaba una temporada sin hacer pasta en casa. Últimamente siempre que nos apatece pasta fresca vamos al Convivio, el único sitio donde la preparan realmente casera. Hacer pasta no es difícil, pero hay que ponerse y requiere su tiempo. Y tiempo es lo que siempre falta, ¿verdad?. Pues durante el Carnaval nos dieron un par de días libres, hizo mal tiempo y D. tenía que trabajar, así que nos quedamos en casa y era la excusa perfecta para echar la tarde preparando unos ravioli.
Además de los rebozuelos tenía claro que quería probar una harina de castañas que compré hace un tiempo. y pensé que las castañas y la calabaza van muy bien juntas. Pues ya estaba la receta: ravioli de castaña rellenos de calabaza con salsa de rebozuelos.


Para la masa de los ravioli:
150 gr de sémola de trigo duro
50 gr de harina de castañas
2 huevos
1 chorrito de aceite de oliva virgen
agua (la que pida)
sal

Amasar todos los ingredientes juntos, a mano o con amasadora. Ir añadiendo el agua que pida la masa hasta tener una masa que no se pegue a las manos pero que sea elástica. Dejar reposar en un bol durante un par de horas. Y recomiendo no saltarse este paso, porque el reposo hace que la textura de la masa cambie un montón. También recomiendo usar sémola o harina 00, pero no harina común de repostería, el resultado es muy diferente.

Para el relleno:
un buen trozo de calabaza
salvia
orégano fresco

Picar la calabaza en trocitos pequeños, rehogarla a fuego medio en una sartén, junto con el orégano y la salvia. Que se haga bien. Retirarla del fuego, aplastarla con un tenedor para hacer un puré y reservar. Hacerla con antelación porque tiene que estar fría cuando rellenemos los ravioli.

Para la salsa de rebozuelos:
aceite de oliva virgen
rebozuelos (unos 250 gr)
un chorrito de leche
una cucharada sopera de harina

Limpiar los rebozuelos con un cepillito o un pincel. Partirlos en trozos grandes. Rehogarlos brevemente en aceite de oliva, y justo cuando empiecen a soltar agua bajamos el fuego, añadimos la cucharada de harina, removemos bien y añadimos el chorrito de leche. Dejamos que espese con cuidado de que no se queme. Ajustamos el punto de sal y reservamos.

Y ahora viene la parte divertida: dar forma a los ravioli.
A ver, lo más fácil es tener la máquina de pasta y el molde de ravioli. Pero yo cuando empecé no tenía ninguna de las dos cosas, y aunque es más difícil también se puede. Hace un tiempo puse un tutorial "como hacer ravioli: guía para dummies".

Primero hay que estirar la masa, dejándola bien finita, bien con la máquina bien con un rodillo y un buen par de brazos.
Una vez que la masa esté estirada, si tenemos molde lo enharinamos bien, pero bien, bien. A ser posible con sémola de trigo duro. Ponemos un rectángulo de masa. Ponemos el relleno en los huequitos, otro rectángulo de masa encima, y tapamos. Enharinamos, pasamos el rodillito para marcar los cortes, y desmoldamos.
Si no tenemos molde, pues hay que poner montoncitos de relleno encima de un rectángulo de masa, poner otro rectángulo encima, apretar bien donde vayan a quedar los cortes y cortar con un cortapastas.

Cuando estén todos los ravioli hechos, hervirlos 2-3 minutos, colarlos, y servirlos con la salsa por encima.

El resultado es un plato delicado, delicado. Con el toque dulzón que da la calabaza, el sabor tostado de la castaña, y el aroma a bosque de los rebozuelos frescos. Si no os gusta el toque dulzón, podéis sustituir la calabaza por berenjena, por ejemplo.

Los que aún no habéis probado la pasta fresca casera animaos a hacerla, porque está a años-luz de la pasta fresca industrial. De verdad, es una de las cosas, junto con el pan, en la que más diferencia se nota.
En el blog de Canny, la gurú bloguera de la cocina italiana, a la que tuve frita una temporada con mis preguntas y dudas cuando empecé con esto de la pasta fresca, podéis encontrar montones de recetas. Mis recetas de pasta fresca casera están aquí.

jueves, 18 de febrero de 2010

Gratin dauphinois de tupinambos y rebozuelos

El Dauphiné es una región alpina del sureste de Francia, limítrofe con Suiza e Italia, por la que solíamos caminar a menudo ya que era la parte de Alpes que más cerca pillaba de Lyon. Los macizos de Chartreuse, Beaufortain, Vanoise o Ecrins estaban a un tiro de piedra, y tratábamos de visitarlos siempre que podíamos. Su gastronomía consiste en platos potentes, dado lo montañoso de la región, y el gratin dauphinois es el plato más típico. Es un plato a base de patatas, bañadas en una mezcla de crème fraîche y leche, gratinadas al horno. Tras probar en un refugio de montaña el auténtico gratin, que se prepara sin queso, me acostumbré a prepararlo a menudo, con una crème fraîche deliciosa que me vendía al peso nuestro lechero en el mercado de la Croix-Rousse.

En este caso tenía unos tupinambos que me había mandado Au, y decidí hacerles un homenaje sustituyendo las papas por tupinambos. El tupinambo, aguaturma, pataca o alcachofa de Jerusalén (helianthus tuberosa) es una planta hermana del girasol. Tiene unas bonitas flores amarillas parecidas a estos pero más pequeñas, aunque lo que se come es el tubérculo. A diferencia de la patata, no contiene almidón. Lo que tiene es inulina, que nuestro organismo descompone en fructosa, de manera que es mucho más recomendable para la gente que padece diabetes. La inulina está también presente en las alcachofas, y por eso algunas personas dicen que el sabor de estos tubérculos les recuerda a esos vegetales, aunque no tengan nada que ver. En Francia se podían comprar en el mercado, aunque su uso no está muy extendido porque parece ser que en la posguerra se tuvieron que alimentar a base de estos tubérculos y les cogieron bastante manía. En España creo que se consumen sólo en Cataluña. En Madrid o aquí, desde luego, es imposible encontrar. Su cultivo es muy sencillo: se plantan en febrero, directamente en la tierra, a unos 20 cm de profundidad, y se recogen en otoño. Según dicen, son unas plantas muy resistentes (ya veremos, yo acabo de plantarlas). Una vez recogidas se conservan poco tiempo, así que es mejor dejarlos en tierra e ir cogiendo a medida que vayamos consumiéndolos.

Al gratin le añadí también unas trompetas, rebozuelos o cantarelus, como se las quiera llamar, que son las setas que se pueden recoger en los montes de La Esperanza en estos momentos. El resultado fue espectacular. El sabor de las setas se queda concentrado en la nata, de manera que el conjunto era muy aromático y delicado.


El plato se prepara de manera muy fácil:
300 gr tupinambos
200 gr trompetas
200 ml de crème fraîche
un chorrito de leche
sal y tomillo


Se pelan, lavan, y cortan en rodajas finas los tupinambos.
Se limpian las setas con un cepillito (NO deben lavarse con agua, perderán sabor) y se trocean.
Se diluye la crème fraîche con un poquito de leche.
Se mezclan todos los ingredientes, se añaden las hierbas aromáticas, se pone en una fuente de horno, y se mete en el horno precalentado a 180ºC durante un horita.


domingo, 14 de febrero de 2010

Daring Cooks feb'10: mezze (pan de pita semi-integral, hummus, falafel y salsa de berenjena asada)


Caray qué largo me ha quedado el título.... el reto de este mes de los Daring Cooks lo eligió Michele de Veggie Num Nums, y consistía en preparar mezze, el equivalente oriental de las tapas, o sea, comida de picoteo. Se podían preparar todo tipo de recetas pero había dos obligatorias: pan de pita y hummus.
The 2010 February Daring Cooks challenge was hosted by Michele of Veggie Num Nums. Michele chose to challenge everyone to make mezze based on various recipes from Claudia Roden, Jeffrey Alford and Naomi Dugid.

Yo, como siempre fui a mi bola... Michele nos dio una receta de pan de pita pero yo preferí confiar en el infalible Dan Lepard y adapté su receta "perfect plain pitta" y preparé pitas con harina integral. También era obligatorio seguir su receta de hummus, pero cuando la preparé me supo tan, pero tan alimonada, que terminé por preparar el hummus a mi estilo porque me sentía incapaz de comerlo con tanto limón y porque, además, me parecía fatal daros una receta cuyo resultado no me gustaba.
A parte de las recetas obligatorias del reto, preparé falafel y salsa de berenjenas asadas siguiendo la receta del libro de Ottolenghi.
Y hoy no me enrrollo más que bastante largas son ya las recetas.

Pan de pita semi-integral

Ingredientes para 8 pitas:

300 gr de harina de fuerza
200 gr de harina de trigo integral
5 gr de levadura fresca
1 cucharada sopera de azúcar moreno
1 cucharadita de café de sal
2 cucharadas soperas de aceite de oliva
325 ml de agua templada

Mezclar todos los ingredientes y amasar unos minutos. Dejar reposar 10 minutos y volver a amasar durante 1 minuto. Repetir esta operación un par de veces más, en intervalos de 10 minutos, y luego dejar reposar la masa, tapada en un bol, durante media hora.
Pasado este tiempo, precalentar el horno a 250ºC con la piedra dentro (si tenéis).

Hay dos factores que hacen que el pan de pita se infle en el horno:
- tener un rodillo con el que podamos dejar los panes muy finos
- tener un horno que alcance al menos 250ºC de temperatura, y, a ser posible, tener una piedra de hornear

así como con otros panes el horno importa menos, en el caso de las pitas sin uno de estos factores las posibilidades de éxito se reducen considerablemente.

Mientras el horno se calienta, dividimos la masa en bolas de unos 100 gr de peso y las dejamos reposar, tapadas, unos 15 minutos. Las aplastamos hasta formar cículos de unos 5 mm de espesor y las dejamos reposar otro par de minutos.

Con ayuda de la pala o con una bandeja pasamos las pitas, de dos en dos, al horno.


Las horneamos unos 2-3 minutos, hasta que se hinchen y estén levemente doradas. En mi caso se hincharon como globos... Eso sí, no hay que pasarse con el tiempo o las pitas de secarán.
Las sacamos del horno y las pasamos a un trapo limpio para que no se enfríen.


Hummus

Ingredientes:

garbanzos cocidos
zumo de limón
aceite de oliva virgen
tahini
un pizca de comino molido
sal

aceite de oliva y pimentón para decorar al servir

No doy cantidades porque la manera en que yo lo preparo es añadiendo los ingredientes poco a poco hasta alcanzar el sabor adecuado.

Poner en un bol los garbanzos con un buen chorro de aceite de oliva, un par de cucharadas de tahini, un chorrito de zumo de limón y una pizca de sal. Con ayuda de la batidora reducirlo todo a una pasta espesa. Probarlo y añadir al gusto cualquiera de los ingredientes hasta alcanzar el sabor que más nos guste: a quien le guste el limón a rabiar, que añada más zumo, a quien le guste el tahini pues más tahini....
Para servirlo ponerlo en un plato y decorar con aceite de oliva y pimentón espolvoreado.

Salsa de berenjenas asadas

La receta de Ottolenghi dice berenjenas "quemadas" pero en castellano eso suena fatal....

Ingredientes:

2 berenjenas
4 cucharadas soperas de yogur de leche de cabra
2 cucharadas soperas de zumo de limón
1 cucharadita de café de melaza
2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen
menta fresca picada

La receta es bien sencilla. El truco para sacarle todo su sabor a las berenjenas consiste en asarlas bajo el grill. Se ponen las berenjenas en una bandeja de horno, se enciende el grill, y se pone la bandeja en la parte de arriba del horno, cerca del grill, para que las berenjenas se "quemen". Yo las dejo 30 minutos, dándoles la vuelta a los 15 minutos. Pero como supongo que dependerá de la potencia del grill de cada cual, lo mejor es vigilar y sacarlas cuando empiecen a estar negras. Tampoco hace falta que salgan ardiendo....
Un vez que las berenjenas se hayan enfriado les quitamos la piel, que sale muy fácilmente, y la carne de las berenjenas la ponemosa escurrir y luego la pasamos a un bol junto con el resto de ingredientes y lo mezclamos bien todo.

Servimos el pan de pita junto con las salsas, el falafel, tomate y aguacate cortados en láminas, para que cada comensal se prepare su pita al gusto.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Calabaza asada contra el tiempo que pasa


No me gustan demasiado los cumpleaños. Los cumpleaños vienen a recordarnos una verdad de perogrullo en la que todos tratamos de no pensar: que el tiempo pasa, inexorablemente. Esto es algo en lo que una no piensa demasiado si tiene veinte años, pero cuando vas a cumplir esa ingrata edad en la que empiezas a acercarte más a los cuarenta que a los treinta, pues como que la cosa empieza a fastidiarte. Quizá porque no me gusta pensar en ello no doy mucha importancia a las fechas. D. y yo no tenemos aniversario, celebramos que estamos juntos cada día. Suena cursi, ¿verdad?. Pero juro que así es. Esto provoca situaciones divertidas, porque cuando alguien le pregunta cuantos años llevamos juntos cada vez responde una cifra distinta, sembrando el desconcierto. Pero a mi me gusta que sea así. En febrero, sin embargo, hay dos fechas ineludibles: mi cumpleaños y el aniversario de este blog. Un 9 de febrero hace dos años colgué mi primera receta. En dos años he conocido a mucha gente estupenda, a algunos en persona y a otros virtualmente. He aprendido mucho. He horneado infinidad de panes. Y, sobre todo, no me he aburrido nunca. El día que esto deje de ser divertido cierro el chiringuito. Pero por ahora me lo sigo pasando genial compartiendo con vosotros y husmeando lo que se cocina en vuestras casas. Gracias por haberme acompañado estos dos años, en los momentos buenos y en los mejores.

Y ahora la receta, que al fin y al cabo esto no es un blog de filosofía sino de cocina.

Los ingleses llaman "comfort food" a ese tipo de comida que se prepara fácilmente y que nos pone de buen rollo. Supongo que la traducción sería "comida reconfortante". Esta lo es. Comida reconfortante para aligerar el espíritu del peso del tiempo. Una manera sencilla de preparar la calabaza con un resultado espectacular. Es una receta del maravilloso libro de Ottolenghi que compré gracias a la recomendación de Lolah, y del que a este paso voy a terminar preparando todas las recetas. El día que quieran traducir el libro al castellano, sólo tendrán que pasarse por el blog de Lolah y por el mío y recopilarlas.

Ingredientes:

1 calabaza
4 cucharadas soperas de aceite de oliva
1 cucharada sopera de pipas de calabaza
1 cucharada sopera de pipas de girasol
1 cucharada sopera de semillas de sésamo
1 cucharadita de ajenuz (nigella sativa)
10 gr de almendras laminadas
sal marina y pimienta negra

Precalentar el horno a 220ºC. Partir la calabaza en cuñas no demasiado grandes, sin quitarle la piel, y retirar las semillas. Poner en una bandeja de horno, con el lado con piel para abajo. Pincelar con el aceite de oliva, salpimentar, y hornear una media hora.
Mientras, tostar las semillas y las almendras en una sartén.
Servir disponiendo las cuñas de calabaza en una fuente adornando con las semillas y almendras tostadas.

domingo, 7 de febrero de 2010

Una hogaza muy francesa, ¡con pato y castañas!


Incluso un fracaso puede ser hermoso. Este pan estuvo a punto de ser un fracaso rotundo, ya que por primera vez en mi vida panadera se me pegó la masa al banneton, y al volcar el pan en la pala para hornearlo se deshinchó por completo. Lo recompuse como pude y lo metí corriendo al horno, y supongo que el hecho de usar una piedra de hornear ayudó a que aquello saliera adelante de manera más o menos honrosa, aunque debería haber salido un pan bastante menos aplastado. En todo caso, estaba bueno, es una combinación de sabores peculiar para un pan ,que lo hacen bastante apropiado para comer con platos de sabor consistente. Y además así aproveché las castañas que recogimos en Pinolere y la grasa del magret que cociné hace unos meses y que guardé en la nevera porque en esta cocina no se desaprovecha nada. No sé vosotros, pero yo cuando pienso en castañas y pato lo asocio automáticamente con Francia, me parece una combinación gabacha a tope.

50 gr de grasa de pato
200 gr de castañas
500 gr de harina de fuerza
200 gr de masa madre de centeno
300 ml de agua
1 y 1/2 cucharaditas de sal

Pelar las castañas y trocearlas. Calentar una sartén y dorar las castañas en la grasa de pato. Reservar.
Mezclar el resto de ingredientes del pan y amasar. Dejar reposar la masa 10 minutos, añadir las castañas y volver a amasar hasta que esté todo bien integrado. Dejar reposar en un bol untado de aceite hasta que doble su volumen (yo lo dejé 8 horas en la nevera).
Bolear y poner en el banneton. Dejar que doble su volumen de nuevo. Mientras tanto, calentar el horno con la piedra de hornear a 220ºC, con un recipiente con agua en la parte de abajo del horno.
Volcar el pan en la pala (aquí es donde estuve a punto de fastidiarlo todo), poner sobre la piedra de hornear y echar agua con un spray, unas tres veces durante los primeros 5 minutos de horneado.
Hornear 15 minutos a 220ºC y otros 30 a 180ºC, o hasta que esté dorado y al golpearlo en la base con los nudillos suene a hueco.
Y degustar acompañado de buena música, que nos recuerde que hay que aprender a amar también a nuestros fracasos.



La receta es del libro "The handmade loaf" de Dan Lepard.

miércoles, 3 de febrero de 2010

El arroz del pachá y los falafel ortoréxicos

El lunes cayó una tempestad sobre Tenerife. El agua corría por las calles, que se convirtieron en ríos, y la gente cruzaba con ayuda de cuerdas. Yo veía llover desde mi ventana, en el curro, sin percatarme de la que se estaba liando, recordando mis años holandeses. Ver tanta agua me resultaba bastante familiar. Hasta que empecé a recibir llamadas de varias personas que me decían ¿qué haces ahí? ¡vete a casa!

Para cuando salí ya era tarde, ya no había ni guagua ni tranvía, y sólo la aparición de una compañera del trabajo me salvó de pasar la noche fuera de casa. Aunque tardamos más de una hora en hacer un trayecto que normalmente se hace en 10 minutos.
La alerta naranja aún duraba hasta el miércoles, así que el martes, día de La Candelaria, decidimos no salir de casa y organizar una comida con los amigos.
Arroz del pachá y falafel. ¿Que por qué son falafel ortoréxicos? Pues porque están hechos con garbanzos ecológicos, los garbanzos en lugar de ir crudos van cocidos, y los falafel los hice en el horno en vez de freirlos. Si queréis la receta auténtica del falafel, debéis modificar esas dos cosas. Pero os advierto que de esta manera salen muy buenos, no se te estropea la batidora, y sobre todo son muy digestivos.

Arroz del pachá: arroz salteado con fideos

1 cebolla mediana, bien troceada
1/2 cucharadita de tomillo seco
1/2 cucharadita de albahaca seca
1/2 cucharadita de cúrcuma
1 cucharadita de semillas de cilantro
sal y pimienta al gusto
1 taza de arroz de grano largo
2 tazas de agua (bueno, esto depende del tipo de arroz que uséis)
5o gr de pasas
125 gr de fideos de cabellín
50 gr de almendra fileteada
hojas de cilantro fresco para adornar


En una sartén a fuego medio, sofreir la cebolla, y una vez que esté dorada, añadir las especias. Cuando estas empiecen a soltar su aroma, añadir el arroz y las pasas, rehogar hasta que el arroz empiece a estar ligeramente transparente, y entonces añadir el agua y subir el fuego. Cuando el agua empiece a hervir, bajar de nuevo a fuego medio y esperar hasta que el arroz haya absorbido todo el agua. Por supuesto, si absorbe el agua y aún no está hecho, añadir más agua hirviendo.
Por otro lado hervir los fideos de cabellín, y colarlos.
En otra sartén poner a dorar las almendras fileteadas, cuando estén doradas añadir los fideos cocidos, y cuando estos estén dorados bajar el fuego y añadir el arroz. Le damos unas vueltas y lo retiramos del fuego. Servir caliente y adornado con hojas de cilantro fresco.

Falafel

375 gr de garbanzos secos
1 cebolla mediana
2 dientes de ajo
1 cucharadita de semillas de cilantro, o cilantro molido
1/2 cucharadita de cúrcuma
1/2 cucharadita de pimienta cayena
1 cucharada sopera de comino molido
12 ramilletes de cilantro fresco
1 cucharadita de sal
1/2 cucharadita de levadura
3 cucharadas soperas de aceite de oliva

La víspera, poner los garbanzos en remojo.
Al día siguiente, cocerlos hasta que estén blandos pero no demasiado (yo los tuve 5 minutos en la olla exprés). Colarlos, dejar que se enfríen, y trituralos juntos con el resto de ingredientes hasta tener una masa homogénea y consistente, pero a la que se le pueda dar forma.
Precalentar el horno a 220ºC, con la piedra de hornear dentro en caso de tenerla.
Formar pelotitas con la masa de falafel, aplastarlas un poco, ponerlas encima de un papel antiadherente y pincelar con aceite de oliva. Hornear durante una media hora, o hasta que veamos que están doradas.

Las serví con guacamole y babaganoush.

Recetas originales del libro "Clásicos vegetarianos del mundo".