Por fin un rato para colgar las fotos de la primera parte de nuestro viaje. Como os conté, decidimos irnos a Canadá aprovechando un congreso que me salió en Victoria. Yo llegué una semana antes que D., fui al congreso, di mi charla, y el viernes siguiente me largué rápidamente a Vancouver a recoger a D. Ahí empezaron por fin las ansiadas vacaciones. De Victoria no tengo ni fotos, porque el congreso duraba todo el día y apenas tuve tiempo de ver la ciudad.
Vancouver fue la primera etapa de nuestro viaje. La anterior vez que estuve, hace unos años, no me gustó demasiado, pero supongo que fue porque apenas tuve tiempo de visitar la ciudad (fui por otro congreso). Esta vez, sin embargo, me ha parecido una ciudad muy agradable para vivir. Es una ciudad que vive volcada en el mar que la rodea. Está construida sobre varias islas y penínsulas, unidas por puentes, y al pasear por la ciudad raro es el momento en el que no ves agua cerca. Las barcas de todo tipo o incluso los hidroaviones son medios de transporte habituales, y tampoco es extraño ver casas-barco ancladas en cualquier de los múltiples puertos que hay en la ciudad.
Como todos sabéis, D. y yo somos unos "locávoros" convencidos, y en Vancouver precisamente fue donde surgió el movimiento "100 miles", consistente en comer sólo alimentos producidos a menos de 100 millas de su lugar de origen. Llegamos deseando conocer sus "farmer´s markets", pero nos llevamos un buen chasco porque el 1 de octubre los cierran todos. Así que buscando un lugar donde encontrar comida local llegamos al Granville Island Market, donde, además, habíamos quedado para comer con Noema, que está haciendo un laaargo viaje por el mundo, y con la que tuvimos la enorme suerte de coincidir ese fin de semana. Conocer a Noema ha sido uno de las platos fuertes de este viaje. Los que la conocéis ya lo sabéis, pero en persona es incluso más simpática de lo que parece en su blog. Pasamos un par de días paseando con ella por la ciudad que se nos pasaron volando.
En el mercado abundaban los productos de temporada, sobre todo bayas y frutos del bosque. También había un local de Terra Breads, una panadería canadiense que se ha hecho famosa por usar harinas locales, como la harina del trigo Red Fife. Como por mucho que lo buscamos no hubo manera de hacernos con un kilito de ese trigo, nos conformamos con probar sus panes. No desmerecían la fama.
En el mercado de Granville Island comimos en Edible Canada, un local que prometía más de lo que finalmente ofrecía. Es un bistro en el que el menú va variando según las estaciones y en donde sirven comida preparada con alimentos locales. Y la idea, desde luego, nos pareció estupenda. La comida, de todos modos, aunque no estaba mala tampoco era algo excepcional.
En el mercado aprovechamos para hacer la compra. Y una de las cosas que compramos fueron estos "heirloom tomatos", tomates "antiguos" o de variedades locales tradicionales, que, para nuestra sorpresa al ir a pagar estaban a ¡¡13 euros el kg!! Al menos estaban buenos, y aprovechamos para sacar semillas que luego sembraremos en nuestra huerta.
Otro chasco que nos llevamos en Canadá respecto a la comida fue que pese a ser los precursores de la "dieta local" la trazabilidad deja mucho que desear en sus mercados. En la mayor parte de los puestos ponía una etiqueta con el origen marcado como "USA/CND", o sea..... ¡¡que podía venir de cualquier rincón del continente!! Afortunadamente, encontramos un puestecito de alimentos orgánicos que en su mayoría eran del "Fraser Valley", al lado de Vancouver.
Uno de los lugares que hay que visitar en Vancouver es el Stanley Park. Es un enorme parque situado en el extremo norte de la península en la que está el Downtown. Tiene 400 hectáreas de bosque, un enorme lago, y mucha fauna. Ardillas, mapaches, en incluso decían que se había visto merodeando a ¡un puma!
Los mapaches, en particular, llaman mucho la atención. Para los canadiense son poco más que ratas grandes. No tienen por ellos especial simpatía, de hecho un señor de Ottawa llegó a comentar, durante un desayuno en un B&B, que "se están comiendo nuestros impuestos" referiéndose al gasto que generan como la plaga en la que se han convertido. A D. y a mi se nos escapaba la risa, imaginándonos a esos bichejos zampándose los "taxes" del resentido ciudadano.
A nosotros, la verdad, nos parecieron muy graciosos. Un poco demasiado curiosos, porque si podían te robaban lo que llevaras en la mochila si la dejabas a su alcance. Pero muy monos, ¿no creeis?
Y tras dos días visitando Vancouver, carretera y manta y hacia las Rocosas. De camino, la obligatoria parada en un A&W, ¿qué otra cosa se puede comer en las carreteras norteamericanas más que una hamburguesa?
Continuará.......
para la proxima vez que vayas no se si encargarte un mapache de esos tan monoooooo!!es para comerseloo!!!!me encantan las fotos, siempre pense que canada seria un poco como alaska, hielo y nievee!!un besitooo
ResponderEliminarNo veas qué sensación tan rara ver esas fotos (chulísimas por cierto) y saber que yo también estaba ahí, con vosotros. Me lo pasé pipa, creo que es lo que más voy a recordar de Vancouver :-) Sniff, sniff, oh Canadá.
ResponderEliminar¿Qué? ¿dónde quedamos la próxima?
Que maravilla de personaje y que fotos y que paisajes...me gusta todo...
ResponderEliminarun besazo
Que fotos tan bonitas!!! menuda escapadaaaa ... Besotes de la Vaca!!
ResponderEliminarUna crónica magnífica de este viaje, las fotos son preciosas y he disfrutado mucho leyendote, no sabes lo que he aprendido, nunca había oído eso de las 100 millas, muy interesante...un beso
ResponderEliminarJo, con las ganas que le tengo yo a Banff... y a las Rocosas (sí, vivo aquí, pero sólo me he paseado por la parte este, Nuevo Brunswick, la isla del Príncipe Eduardo... que por cierto os recomiendo la próxima vez que saltéis el charco). Oye, y lo del "locavorismo" es muy loable... mientras no vivas en un país con seis meses de invierno ;-).
ResponderEliminarQué envidia!!!!! Canadá está arriba del todo de mi lista de pendientes, es un país precioso.
ResponderEliminarImpresionantes las fotografías. Yo imaginaba que Canadá debe ser un país precioso con millones de rincones por descubrir y disfrutar, y esa naturaleza que debe quitar el aliento, y ahora con tus imágenes y palabras lo tengo clarísimo: tengo que visitar este país :)
ResponderEliminarNo sabía que el agua tenía una presencia tan importante en la vida de Vancouver, qué interesante! Me gusta esa unión hombre-naturaleza y cómo condiciona la vida y las costumbres en la ciudad. Tomo muy buena nota de todo para ese futuro viaje que espero poder cumplir algún día; mientras tanto sigo disfrutando con tú crónica :)
Un abrazo
PD. Qué monada de mapache!
Mil gracias por esta excursión fantástica, no te imaginas cómo la he disfrutado.
ResponderEliminarBesos.
Por fin estas esperadas fotos...
ResponderEliminarAmo Canadá, incluidas las ardillas, los mapuches y...¡las marmotas!
Un beso grande.
Imaginar un parque así de grande me dá mucha envidia...y es que tengo un mar precioso, pero los parques se respetan poquísimo por la costa mediterránea, el suelo tiene precio de oro, y destinarlo a la naturaleza que no da pasta, es algo que los politicuchos de la zona no ven necesario.
ResponderEliminarLas dos últimas fotos me parecen impresionantes, imagino que verlo en directo tiene que ser sobrecogedor, es algo como muy grande, no? Y luego nosotros en esos momentos nos hacemos chiquitos, chiquitos...
Un besote
¡Qué preciosidad! Nosotros estuvimos ahí de luna de miel, pero fuímos en pleno invierno y estaba sepultadísimo de nieve (de hecho, a eso íbamos), me ha gustado mucho verlo tan verde y bonito :-)
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