viernes, 20 de agosto de 2010

De la huerta a la mesa: huevos rotos sobre chirivías y chenopodium


Con esta receta inauguro una nueva etiqueta en el blog: la etiqueta wild food, que en castellano podría llamarse comida silvestre. Mira que me fastidia ponerlo en inglés, pero lo cierto es que la traducción no me convence demasiado y no he encontrado otra mejor. Así que se queda en inglés. Este es un concepto que está extendiéndose mucho por el mundo anglosajón, y que consiste en aprender a conocer las plantas silvestres que nos rodean para alimentarse de ellas, o más bien, para incluirlas en nuestra dieta. En España el asunto no pasa de recoger setas o castañas, pero la realidad es que hay un montón de plantas por ahí que no sólo son comestibles sino que además son deliciosas, y que el desconocimiento y la desconexión con la naturaleza que nos rodea nos ha llevado a olvidar. Como por ejemplo el chenopodium album, vulgarmente  llamado cenizo.  Es una pena que hayamos perdido estos conocimientos sobre nuestra flora, así que de vez en cuando os daré recetas con plantas que solemos considerar "malas hierbas", que están al alcance de la mano, y que son muchas veces muy nutritivas.
Y aprovecho esta entrada para invitaros a visitar el nuevo blog del osito Paco, nuestro querido osito que nos daba de vez en cuando sus consejos sobre calidad alimenticia. Paco es un locávoro convencido y acaba de empezar un blog sobre locavorismo en Canarias. El locavorismo consiste en tratar de alimentarse de productos locales, y Paco nos dará consejos sobre cómo conseguirlo en Canarias. Mercados locales, productos de aquí, noticias, restaurantes y todo tipo de información que pueda ser útil a los que queremos que poco a poco nuestra alimentación sea más local. Ha escrito una extensa entrada sobre el chenopodium album, esta planta que tiene un intenso sabor a espinaca y con la que preparamos estos deliciosos huevos rotos, y que está al alcance de todos no sólo aquí sino también en la península.


Ingredientes:

aceite de oliva
1/2 cebolla
1 pimiento verde pequeñito
5 0 6 chirivías (de la huerta, ¡gracias María C. por enviarnos esas semillas!)
un buen puñado de hojas de chenopodium album (del que crece cual mala hierba en nuestra huerta)
un diente de ajo picado
dos huevos
sal

Cortar la cebolla, el pimiento y las chirivías en juliana. Rehogar en una sartén con un poco de aceite de oliva.
Lavar las hojas del chenopodium, y blanquearlas (o sea, hervirlas brevemente, un par de minutos). Colarlas y rehogarlas con el diente de ajo. Añadirlas a la sartén donde están el resto de verduras, y añadir los huevos (sin batirlos). Salar. Cuando estén un poco cuajados, romperlos, pero no remover demasiado.
Si queréis que queden más bonitos, emplatar con ayuda de un aro, o, como hacemos nosotros, con el envase de un yogur de medio litro al que le cortamos el culo (la versión barata de un aro de emplatar).

Y bueno, ahora ya por fin, ¡nos vamos de vacaciones!
Os dejo con estas fotos de nuestra huerta, en las que podéis ver nuestras tomateras y, en primer plano a la izquierda, los tupinambos, generoso regalo de Au, que están creciendo como locos y ¡ya alcanzan los dos metros!.

martes, 17 de agosto de 2010

Pan dulce de centeno


No, aún no me he ido de vacaciones. Este verano está siendo complicado. Pero en breve espero dejaros tranquilos por unos días, coger la mochila, las botas, el GPS y el carnet de la federación de montaña, y desaparecer en alguna cadena montañosa donde no haya ordenador, ni conexión a internet, ni muchos seres humanos a ser posible. Ni telescopios. No es que tenga nada en contra de la humanidad ni de los telescopios, ¿eh? Pero este año estoy necesitando las vacaciones como agua de mayo.....
Este es un pan del libro The handmade loaf de Dan Lepard, un pan 100% de centeno, pero muy fácil de hacer, ya que ni si quiera hay que amasarlo. Ya sabeis que amasar el centeno no es tarea fácil, suelen ser masas que se pegan a los dedos, de alta tasa de hidratación, difíciles de trabajar y formar. En este caso, sólo hay que tener paciencia para ser capaces de esperar las 48 horas que tiene que estar envuelto y reposando antes de hincarle el diente. El resultado es un pan dulce, aromático, de profundo sabor, que combina muy bien con sopas o ahumados. En España no tenemos mucha tradición de panes de centeno, quizá porque aún nos dura el complejo de “nuevos ricos” y la tendencia de que los panes “oscuros” son cosa de pobres. Pero este pan os aseguro que es bueno, bueno.

Ingredientes:

la víspera,
240 gr de agua hirviendo
50 gr de harina blanca de centeno

para la masa final,
200 gr de masa madre de centeno
140 gr de miel
50 gr de agua
300 gr de harina blanca de centeno
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de cardamomo

La víspera, mezclar el agua hirviendo con los 50 gr de centeno (para gelatinizarlo) hasta formar una pasta homogénea. Tapar y dejar reposando hasta el día siguiente.
Para hacer la masa final, mezclar el resto de ingredientes en un bol, junto con la pasta que preparamos la noche anterior. Remover bien con una espátula hasta tener una masa homogénea, bastante densa, pero nada que ver con lo que es una masa de pan de trigo. El centeno apenas tiene gluten así que no merece la pena amasarlo. Poner esta masa en un molde de lata, forrado con papel de horno, tapar con un trapo y dejar que suba unas 5 horas, o hasta que doble su volumen. Sí, habeis leído bien, este pan sólo fermenta una vez.
Calentar el horno a 200 ºC. Tapar el molde con un papel de cocina y hornear durante 1 hora. A la hora, quitar el papel de cocina y hornear 30 minutos más. Tiene que quedar muy tostado por encima, casi quemado. De hecho, ¡en la receta original el pan se hornea dos horas y media! Pero en mi caso hora y media fue suficiente. Por si acaso tomé la temperatura del pan y llegaba a 100ºC, así que decidí que estaba bien hecho.
Dejar que se enfríe en el molde. Una vez frío, sacarlo del molde y envolverlo en papel sulfurizado. Dejarlo reposar envuelto durante 48 horas.
Y bueno, aprovecho para contaros un proyecto que nos traemos entre manos junto a un amigo tanto o más friki que D. y yo, algo que llevábamos un tiempo rumiando y que parece que se va a hacer realidad: vamos a plantar trigo. Ya tenemos localizado el terreno, y sabemos donde conseguir semilla de trigo local. Y en septiembre, cuando volvamos de vacaciones, nos pondremos manos a la obra. Serán sólo 500 metros cuadrados, pero estamos muy ilusionados. Primero hay que trabajar la tierra y abonar. En diciembre se planta. Y luego a cruzar los dedos, y a esperar que sea un invierno de lluvia. En breve empezaré un diario con nuestras andanzas cerealistas. La verdad es que cuando lo pienso me digo "pero quien me manda a mi meterme en más embolaos". Pero es que no puedo evitarlo. Y bueno, si sale bien, ¡espero que eso anime más gente a plantar trigo!

sábado, 14 de agosto de 2010

Daring Cooks Aug'10: piroshki, pierogi, empanadillas o ravioli del este

El reto de los Daring Cooks de agosto consiste en hacer pierogi, también llamados piroshki, que son una especie de ravioli gigantes, si se hacen hervidos, o una especie de empanadillas, si se hacen al horno, rellenos de delicias varias y que se sirven tradicionalmente acompañando el borshch.

The August 2010 Daring Cooks’ Challenge was hosted by LizG of Bits n’ Bites and Anula of Anula’s Kitchen. They chose to challenge Daring Cooks to make pierogi from scratch and an optional challenge to provide one filling that best represents their locale.

He elegido esta receta del libro Clásicos vegetarianos del mundo de Celia Brooks, porque la autora dice que son los piroshki que hacía su madrastra, ucraniana, y que era además una de sus especialidades. Ya sólo por eso la receta merecía ser probada. El resultado quedó a la altura de nuestras expectativas. La masa es más suave que las de las empanadillas españolas, y el relleno es muy delicado. Además son fáciles de hacer, y están casi mejor de un día para otro. O sea, que van a pasar a la lista de favoritos para picnics.

Ingredientes (para unos 15 piroshki)

para la masa:
275 gr de harina
1/2 cucharadita de levadura (de repostería)
4 cucharadas de aceite de oliva (en la receta original, mantequilla)
1/2 cucharadita de sal
1 huevo más otro batido para glasear
1/2 taza de yogur natural (en la receta original, nata agria o crème fraîche, pero con yogur queda de lujo)

Amasar todos los ingredientes hasta conseguir una masa homogénea. Dejar reposar 1/2 hora.

para el relleno: con estas cantidades a mi me sobró bastante relleno, que usé como salsa para unos tagliatelle maison :)
1/2 cebolla troceada
500 gr de setas (yo usé de cardo, pero con unos rebozuelos debe quedar de muerrrte)
aceite, sal y pimienta negra molida
2 huevos duros
2 cucharadas soperas de yogur, nata agria o crème fraîche
hinojo fresco (eneldo, en la receta original)

Calentar un poco de aceite en una sartén y rehogar la cebolla. Cuando esté transparente echar las setas troceadas. Salpimentar. Cuando las setas hayan soltado el agua, poner en el vaso de la picadora y picar junto con el yogur o nata agria y el hinojo. Por último añadir el huevo duro picado.

Precalentar el horno a 190ºC. Extender la masa y cortar círculos con un vaso de boca ancha, o bien usar un molde de empanadillas (yo usé uno de esos que venden por un par de eurillos en cualquier chino). Poner una cucharada de masa en cada círculo y cerrar, bien con ayuda de un tenedor o con el molde. Pincelar con huevo y hornear 15 minutos o hasta que estén doradas.
Servir templados o fríos, están muy buenos de cualquier manera. Si hace mucho calor para comerlos con borshch, servirlos con una ensalada de col, papaya, naranja y nueces caramelizadas.



lunes, 9 de agosto de 2010

De la huerta a la mesa: borshch, sopa de remolacha ¡100 % local!


Sí, 100% local y casi libre de transacciones monetarias. Lo único que tuvimos que comprar para hacer esta sopa fueron las judías. Todo lo demás viene únicamente de nuestra huerta, o de las huertas de nuestros amigos. Las remolachas, las zanahorias y la col son de nuestro huerto. Las papas son de la huerta de V. Y las cebollas nos la dio R. Nunca me cansaré de repetir lo satisfactorio que es comer lo que uno planta. Acabamos de llegar de Madrid esta misma tarde, teníamos la nevera vacía, subimos a la huerta, recogimos 3 kilos de tomates, una col roja, 1 kilo de fresas, unas chirivías, y con eso ya podemos ir tirando. En lugar de ir al centro comercial, nos vamos al campo. Mucho mejor para el espíritu, el medio ambiente, y si te pones hasta para el bolsillo.

El borshch es una sopa típica de Europa del este, en particular de Ucrania, que se cocina sobre todo durante la cuaresma, cuando los creyentes no podían comer carne. Es una sopa espesa, en la que se supone que una cuchara se podría sostener en vertical, por si sola. Se que para los que estais en el hemisferio norte probablemente no es la receta más indicada con estas temperaturas, pero según la autora del libro de donde la saqué, los rusos la comen fría. Yo como no soy rusa la tomé caliente.

Ingredientes, para una olla de borshch con la que dar de comer al regimiento del acorazado Potemkin

400 gr de remolacha, pelada y cortada en dados (para pelarla recomiendo ponerse unos guantes de fregar, si no se quedan las manos rojas!)
2 papas rojas, peladas y cortadas en dados
una zanahoria grande o varias pequeñas, peladas y troceadas
1 l de agua o caldo de verduras
1 cebolla grande troceada
500 gr de tomates maduros
200 gr de col rizada
200 gr de judías manteca del país, o una lata de judías pintas
1 cucharada sopera de vinagre de miel
1 cucharada sopera de azúcar moreno
sal, pimienta, aceite de oliva

Si se usan judías secas, ponerlas en remojo la víspera, y hervirlas en una olla aparte antes de hacer el borshch.
Incorporar la remolacha, las papas, la zanahoria en una olla grande junto con el caldo, un puñado de sal y pimienta negra molida. Cuando empiece a hervir bajar el fuego y dejar hirviendo a fuego lento hasta que se reblandezcan todos los ingredientes.
En una sartén, calentar el aceite y echar la cebolla. Cuando empiece a estar transparente, añadir los tomates (con piel). Cuando estén blandos, retirar las pieles y añadir todo a la olla donde están el resto de ingredientes.
Añadir la col rizada y las judías. Verter el vinagre y el azúcar.
Seguir hirviendo, corregir el punto de sal, y retirar del fuego cuando comprobemos que la col y las judías están hechas.
Lo típico es servirlo con una cucharada de nata agria por encima. Nosotros le pusimos yogur natural, que es de aquí.

Fuente: Clásicos vegetarianos del mundo, Celia Brooks

martes, 3 de agosto de 2010

Barraquiccino, el barraquito frappé

 
Pensaba que el mes de julio iba a ser un oasis de paz y tranquilidad. Nada más lejos de la realidad. De hecho, esta receta de hoy no es mía, es de D. Yo llevo semanas perdida, como habreis podido comprobar. Pero, como decía Escarlata O'Hara, "mañana será otro día". Y mientras tanto os dejo con la receta del "barraquiccino", un cruce entre el frappé griego y el barraquito chicharrero que me prepara D. para animarme.
El barranquito "completo" o "especial" se sirve en Tenerife. Consiste en un café con leche natural y leche condensada (hasta aquí llamado "leche-leche"), al que se le añade un chorritín de licor 43, un poco de canela, un trocito de cáscara de limón y dos granitos de café. Tal exquisitez la sirven hasta en el bar mas sencillo, y termina siendo una perversión para terminar las comidas de los findes. :-) Sorprendente que en el Valle de La Orotava, un camarero alemán fuera el que me informara que allí aquello se llamaba "Zaperoco" (bueno él dijo "Sa-pe-go-co")
Esta bebida, como quiera que queráis llamarla, en un día de calima fue la inspiración para hacer un barraquito-frappé, frapuquito o simplemente como lo titulamos aquí: BARRAQUICCINO !!

- Leche: 1/4 litro
- Agua fría: 200 cl
- 8 cubitos de hielo
- 2 ó 3 sobrecitos de café liofilizado (tipo Nescafé u otro)
- 1 pizca de azucar vainillada
- 1 buena cucharada de azucar morena
- 1 toque de canela
- 20 ml de Licor 43
- 2 trozos de piel de limón de unos 3 cms cada uno.

Batir todos los ingredientes en la batidora de vaso excepto la cáscara de limón un buen rato hasta conseguir que no existan trozos de hielo.
Se sirve en vaso grande, con cuidado porque primero caerá la parte más líquida y después la espuma, de manera que iremos repartiendo en los vasos alternativamente para asegurar una buen mezcla.
A continuación añadiremos en cada uno de los vasos los trozos de piel de limón, y un par de cañitas (aquí no pidáis pajitas en un bar u os miraran como si fueráis unos salidos) ;-)

Tomar a la sombra y a la brisa del alisio.