Ahora que estamos en invierno (de hecho, ¡por fin llegó el invierno!¡la nieve cubrió el Teide!) recupero esta entrada que escribí hace casi un año y que no publiqué porque pasó la temporada. Y en esta cocina, como sabéis, las temporadas son sagradas. Ahora que tenemos de nuevo mandarinas, aprovechadlas para hacer esta mermelada.
Último domingo de invierno. Hace una mañana espléndida, el calorcito de la primavera empieza a notarse. Preparo esta mermelada escuchando jazz mientras Sami duerme en su hamaca. Le oigo roncar y veo como de vez en cuando la hamaca se mueve un poco, como si hubiera un animalillo dentro, o uno de sus piececitos asoma por encima del borde. Acaba de cumplir 5 meses y cada día nos tiene más embelesados, con sus carcajadas, sus gorgoritos, esa forma de mirar tan intensa que tiene, de frente y directamente a los ojos. Y pienso en cuanto me gustaría que mantenga esa actitud toda su vida, siempre de cara y con la frente alta, que pueda mirar siempre a la gente a los ojos.
Y sí, a sus 16 meses sigue manteniendo su mirada directa y limpia. Ya no duerme en su hamaca porque ya no cabe, aunque se supone que le debía durar hasta los dos años...... Como dice su padre, es como un cachorro de San Bernardo, grandote y achuchable, en esa frontera sutil que separa a un bebé de un niño. Sigue riendo a carcajadas, le encanta hacer la croqueta, viajar, pasear por el monte y saludar a todo el que se cruza en su camino. ¡Y comer mandarinas! Es feliz.
Esta mermelada la he preparado con unas mandarinas amargas que me regaló un amable tendero en el Mercadillo del Agricultor de Tegueste. Fue precisamente en su puesto que compré hace unos años las naranjas amargas con las que preparé esta mermelada. Nos gustó tanto que he usado la misma técnica. Es laboriosa de preparar, más laboriosa que cualquier otra mermelada. Pero el resultado vale la pena y, además, con un kilo de mandarinas salieron 6 botes y medio de mermelada. Eso sí, es una mermelada de sabor fuerte y nada empalagosa. Si os gustan las mermeladas más dulzonas aumentad la cantidad de azúcar.
Esta mermelada la he preparado con unas mandarinas amargas que me regaló un amable tendero en el Mercadillo del Agricultor de Tegueste. Fue precisamente en su puesto que compré hace unos años las naranjas amargas con las que preparé esta mermelada. Nos gustó tanto que he usado la misma técnica. Es laboriosa de preparar, más laboriosa que cualquier otra mermelada. Pero el resultado vale la pena y, además, con un kilo de mandarinas salieron 6 botes y medio de mermelada. Eso sí, es una mermelada de sabor fuerte y nada empalagosa. Si os gustan las mermeladas más dulzonas aumentad la cantidad de azúcar.
Ingredientes,
1 kilo de mandarinas amargas
1,650 gr de azúcar
1,6 l de agua
5 cucharadas soperas de agua de azahar
2 cucharaditas de jengibre picado
1- Lavar las mandarinas y ponerlas, enteras, en una olla con 1,6 litros de
agua. Hervirlas a fuego suave hasta que estén blandas (unos 20 minutos). Retirarlas del fuego reservando el líquido.
2- Partirlas por la mitad y retirar la pulpa y los pipos, reservando
ambos.
3- Poner los pipos y la pulpa en una cacerola y hervirlos con 200 ml del agua de cocción de las mandarinas durante 10 minutos.
4- Cortar finamente las pieles de las mandarinas, y ponerlas en la olla
junto con el agua que reservamos en el paso 1. Colar el líquido de
hervir los pipos y la pulpa, y añadirlo a la olla, junto con el azúcar y el jengibre. Ponerlo a fuego medio, removiendo todo el rato para que no se
pegue.
5- Probad de vez en cuando la textura de la mermelada, ya que aunque
parezca que está muy líquida cuando se enfría aumenta considerablemente
su consistencia. Para ello ponemos un plato pequeño en el frigorífico, y
cuando queramos comprobar el punto de la mermelada ponemos una
cucharadita en el plato, lo volvemos a meter en el frigo, y a los pocos
minutos lo sacamos. Si al presionar la mermelada enfriada con el dedo
esta se arruga es que ya está a punto. Añadid el agua de azahar casi al final de la cocción.
6- Retiramos del fuego y dejamos reposar en la cacerola 20 minutos, sin remover.
7- Llenamos los botes previamente esterilizados y una vez fríos les hacemos el vacío como expliqué aquí.
Se conserva de maravilla. Nosotros estamos disfrutando del último bote. La combinación chocolate- mandarina es una delicia.
Se conserva de maravilla. Nosotros estamos disfrutando del último bote. La combinación chocolate- mandarina es una delicia.