Después de unos meses de descanso, llega una nueva reunión de las Ventanas Verdes. Este mes es una reunión especial, porque vamos a contribuir con nuestras recetas a la campaña que Mai, de Hierbas y Especias, ha organizado para recoger recetas para Frutas Justas, una organización que lucha por la dignidad y la salud de los cultivadores de piña y plátano en los países en desarrollo.
Mai desde su blog nos invita a que consumamos plátanos y piñas de comercio justo, lo cual me parece estupendo si vivís en regiones en las que no se cultivan esas frutas. Si tienen que venir de lejos, al menos que sean ecológicas y de comercio justo, ya que es la única manera de estar seguros de que se cultivaron respetando la salud y los derechos laborales de los agricultores. Yo reconozco que en este caso tuve un conflicto de intereses, ya que uno de mis principios básicos es no consumir productos frescos que vengan de lejos. Toda la fruta y verdura que consumo es de las islas Canarias, no por nacionalismo, como ya he explicado muchas veces, sino por sostenibilidad. Creo que el sistema alimentario mundial ha rozado el absurdo: nosotros nos comemos lo que plantan en países en los que la gente se muere de hambre.... no tiene sentido. Lo lógico sería que en esos países la tierra estuviera en manos de los campesinos, no en manos de multinacionales extranjeras, y que el sudor de estos fuera destinado a su alimentación, la de su familia y la de su comunidad. Tal y como está montado ahora, unos señores de 4 multinacionales se enriquecen a base de expoliar la tierra y la sangre de agricultores a los que no les pagan lo suficiente ni para mandar a sus hijos a la escuela ni para alimentar a su familia. Eso si los propios niños no están trabajando también el campo de los patrones....
Era un dilema porque el hecho de que no compre fruta de Comercio Justo que viene de la otra esquina del mundo no significa que no quiera apoyar a esos agricultores. De hecho, les apoyo a mi manera no comprando jamás fruta de Chiquita, Dole, y todas esas compañias que se han enriquecido a costa del sudor y la explotación ajenos. Así que finalmente opté por usar plátanos de aquí, y donar mi receta para el recetario que está preparando Mai para apoyarles.
Por otra parte, estuve informándome sobre la existencia de piñas y plátanos con el sello ecológico o de Comercio Justo en Canarias. Evidentemente, el sello de Comercio Justo no existe aquí porque no es necesario. Las plantaciones en Canarias tienen que cumplir las leyes europeas en cuanto a protección de la salud y sueldos dignos, por lo que se presupone que son justas de por si. El sello de Comercio Justo no se inventó para los agricultores europeos. En cuanto al sello ecológico, existen bastantes fincas en Tenerife, Gran Canaria, y sobre todo El Hierro, en donde se cultivan plátanos ecológicos, pero suelen ser pequeñas explotaciones que abastecen el comercio local, pero no se exportan. Cada vez hay más sensibilidad sobre el tema sobre todo porque los agricultores canarios se están dando cuenta de que si quieren seguir en el mercado van a tener que ofrecer un producto de calidad distintiva, ya que no pueden competir en precios con los plátanos de Chiquita (que por otra parte me ha tocado comerlos en Madrid y son de madera, no es por nada....) así que muchos agricultores están mirando pasarse al ecológico como posible opción. El tema en Canarias levanta ampollas, y si os interesa hay un estupendo artículo en este número de Rincones del Atlántico. En cuanto a las piñas, en El Hierro, isla pionera en todo lo relativo a ecología, se está cultivando piña tropical ecológica en colaboración con el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, aunque por ahora podemos disfrutar de sus piñas en las islas pero no se exportan tampoco.
Era un dilema porque el hecho de que no compre fruta de Comercio Justo que viene de la otra esquina del mundo no significa que no quiera apoyar a esos agricultores. De hecho, les apoyo a mi manera no comprando jamás fruta de Chiquita, Dole, y todas esas compañias que se han enriquecido a costa del sudor y la explotación ajenos. Así que finalmente opté por usar plátanos de aquí, y donar mi receta para el recetario que está preparando Mai para apoyarles.
Por otra parte, estuve informándome sobre la existencia de piñas y plátanos con el sello ecológico o de Comercio Justo en Canarias. Evidentemente, el sello de Comercio Justo no existe aquí porque no es necesario. Las plantaciones en Canarias tienen que cumplir las leyes europeas en cuanto a protección de la salud y sueldos dignos, por lo que se presupone que son justas de por si. El sello de Comercio Justo no se inventó para los agricultores europeos. En cuanto al sello ecológico, existen bastantes fincas en Tenerife, Gran Canaria, y sobre todo El Hierro, en donde se cultivan plátanos ecológicos, pero suelen ser pequeñas explotaciones que abastecen el comercio local, pero no se exportan. Cada vez hay más sensibilidad sobre el tema sobre todo porque los agricultores canarios se están dando cuenta de que si quieren seguir en el mercado van a tener que ofrecer un producto de calidad distintiva, ya que no pueden competir en precios con los plátanos de Chiquita (que por otra parte me ha tocado comerlos en Madrid y son de madera, no es por nada....) así que muchos agricultores están mirando pasarse al ecológico como posible opción. El tema en Canarias levanta ampollas, y si os interesa hay un estupendo artículo en este número de Rincones del Atlántico. En cuanto a las piñas, en El Hierro, isla pionera en todo lo relativo a ecología, se está cultivando piña tropical ecológica en colaboración con el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, aunque por ahora podemos disfrutar de sus piñas en las islas pero no se exportan tampoco.
Y bueno, vaya chapa que os he soltado, ¡como siempre! Vamos a la receta. Es una adaptación de los blackberry, oat & banana muffins de Bakeaholic. Son muy rápidos de hacer, en menos de una hora tenéis unas magdalenas recién hechas. Yo no he vuelto a tirar un plátano pasado. Y además, más sanos imposible.
Ingredientes, para 12 magdalenas
1 taza y 1/2 de harina (no usé harina integral porque ya iba a añadir un montón de salvado)
2 cucharaditas de levadura de repostería
1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
1/2 cucharadita de canela
1 huevo
2 plátanos muy maduros
1/2 taza de azúcar moreno
1/3 de taza de aceite de girasol
2/3 de taza de moras (recién recogidas de las laderas de Anaga :)
1/2 taza de salvado de trigo (podéis poner copos de avena, pero es que yo tengo que dar salida al salvado de nuestro trigo)
opcional: unas cucharaditas de mermelada de moras
Calentar el horno a 190ºC.
En un bol mezclar la harina, la levadura, el bicarbonato y la canela.
En otro bol, mezclar los plátanos con el huevo, el azúcar y el aceite. Triturar todo con una batidora para que quede una mezcla homogénea.
Mezclamos los ingredientes del primer bol con los del segundo, con ayuda de una espátula, pero sin trabajar mucho, lo justo para que no queden grumos.
Añadimos el salvado y las moras.
Repartimos la masa en las cápsulas de las magdalenas, y ponemos una cucharadita de mermelada de moras por encima. Horneamos 15 minutos, o hasta que al pincharlas con una aguja esta salga limpia.
Las recetas del resto de integrantes de las Ventanas Verdes podéis verlas en sus blogs: Ana, Glória, Heva, Kako y Luisa, o en el blog de las Ventanas Verdes.