¡Galletas!
esto es una muestra de lo que una mujer tan rústica como yo puede llegar a lograr siguiendo las enseñanzas de la maestra Jedi de las galletas, esa mujer que armada de una manga pastelera y unas claras de huevo puede llegar a crear auténticas obras de arte.
Es cierto que a mí nunca me han atraído los cantos de sirenas de las tartas decoradas con fondant y ese tipo de preparaciones cargaditas de sirope de glucosa procedente de maíz transgénico (¡oh cielos!). Hay algo en mi interior que antepone el producto, el contenido, a la forma. O a lo peor es que sufro ortorexia, algo con lo que mis hermanas me dan la matraca constantemente (¿desde cuándo no comer basura se ha convertido en una enfermedad?). Pero con las galletas es diferente. Por lo pronto la glasa blanca no lleva "más nada" que claras y azúcar glas. Y para los colorantes estoy segura de que podré encontrar sustitutos naturales (me voy a dedicar a recoger cochinillas de todas las chumberas que se pongan en mi camino, ¡jajajaja!).
Decorarlas fue como volver a mi infancia, cuando mis hermanas me dejaban que las ayudara en la cocina. Fue como volver a jugar con plastilina. Divertidísimo. Creo que se podrían hacer terapias anti-estrés a base de talleres de decoración de galletas, ya que requiere una concentración que hace que te olvides de todo lo demás. Con deciros que mientras estaba decorándolas era incapaz de responder a preguntas sencillas tipo "¿tu nombre se escribe con c o con z?".
Las recetas, tanto de la masa de las galletas como de la glasa para decorarlas, podéis encontrarlas en el blog de Bea. Cuando haga mis propios experimentos "ortoréxicos" (colorantes naturales, galletas sin mantequilla, etc...) ya os daré la lata.
Gracias Bea, me lo pasé genial, y me he enganchado totalmente al asunto. Ya tengo en el armario una manga pastelera, unos cortadores y un "biberón". Sólo me falta exprimir las cochinillas para el colorante rojo :). Como ves, ser una petarda intelectual y decorar galletas no son actividades excluyentes, jajajaja
esto es una muestra de lo que una mujer tan rústica como yo puede llegar a lograr siguiendo las enseñanzas de la maestra Jedi de las galletas, esa mujer que armada de una manga pastelera y unas claras de huevo puede llegar a crear auténticas obras de arte.
Es cierto que a mí nunca me han atraído los cantos de sirenas de las tartas decoradas con fondant y ese tipo de preparaciones cargaditas de sirope de glucosa procedente de maíz transgénico (¡oh cielos!). Hay algo en mi interior que antepone el producto, el contenido, a la forma. O a lo peor es que sufro ortorexia, algo con lo que mis hermanas me dan la matraca constantemente (¿desde cuándo no comer basura se ha convertido en una enfermedad?). Pero con las galletas es diferente. Por lo pronto la glasa blanca no lleva "más nada" que claras y azúcar glas. Y para los colorantes estoy segura de que podré encontrar sustitutos naturales (me voy a dedicar a recoger cochinillas de todas las chumberas que se pongan en mi camino, ¡jajajaja!).
Decorarlas fue como volver a mi infancia, cuando mis hermanas me dejaban que las ayudara en la cocina. Fue como volver a jugar con plastilina. Divertidísimo. Creo que se podrían hacer terapias anti-estrés a base de talleres de decoración de galletas, ya que requiere una concentración que hace que te olvides de todo lo demás. Con deciros que mientras estaba decorándolas era incapaz de responder a preguntas sencillas tipo "¿tu nombre se escribe con c o con z?".
Las recetas, tanto de la masa de las galletas como de la glasa para decorarlas, podéis encontrarlas en el blog de Bea. Cuando haga mis propios experimentos "ortoréxicos" (colorantes naturales, galletas sin mantequilla, etc...) ya os daré la lata.
Gracias Bea, me lo pasé genial, y me he enganchado totalmente al asunto. Ya tengo en el armario una manga pastelera, unos cortadores y un "biberón". Sólo me falta exprimir las cochinillas para el colorante rojo :). Como ves, ser una petarda intelectual y decorar galletas no son actividades excluyentes, jajajaja