Aviso a navegantes: hoy toca entrada polémica. Si alguien no tiene el día para que yo le de la lata, mejor que tire para abajo directamente a la receta.
Hace un par de días recibí un correo de Ebuzzing, supongo que como mogollón de blogs, ofreciéndome participar en su red de campañas. Me sorprendió recibirlo por dos motivos: el primero, porque en la columna de la izquierda de mi blog pone claramente que estoy adherida a la red de "blogs sin publi", y el segundo porque mi blog es, a todas luces, un blog minoritario. Aquí vienen los coleguitas, me saludan, les doy un poco la brasa con encendidos discursos en contra de monsanto, la coca-cola o la ministra de ciencia (esto ya no, que no tenemos ministra ni ministerio siquiera) y santas pascuas. Nunca he aspirado a otra cosa. He conocido a grandísimas personas a través del blog, y estoy muy a gustito en mi rinconcito. El rollo es que esto me ha dado que pensar, porque últimamente ha habido un aumento sustancial de la publicidad en los blogs, lo cual, a mi entender, está terminando con toda la frescura que tenía la blogosfera culinaria hace 4 años, cuando empecé. Y eso, la verdad, me da mucha pena. Hay blogs que estaban entre mis favoritos y que cada vez visito menos porque he adoptado la política de no visitar entradas que tengan publicidad. Publicidad manifiesta, me refiero, que otra cosa bien distinta es hacerte un viaje a Moscú y a la vuelta recomendarnos tus sitios favoritos. Para mí es como ir a casa de la vecina a pedirle sal y que cada vez te intente vender una thermomix o una freidora. Al final dejarías de ir a casa de la vecina, ¿no?. Y, a parte de esto, me he dado cuenta de que la publicidad ya va desde coches hasta yogures, todo vale, pasando por más que discutibles productos detrás de los cuales hay aún más que discutibles empresas. En estos tiempos en los que se ha puesto de moda en el mundo empresarial la Responsabilidad Social Corporativa, ¿qué hay de la resposabilidad social del bloguero? Sobre todo los que tenéis blogs muy populares, de los que crean opinión, ¿os planteais quien hay detrás de las empresas que anunciais? Cuando alguien anuncia Fanta, ¿se plantea la cantidad de pozos que ha contaminado Coca-Cola en la India?
Por supuesto que cada cual puede hacer en su casa lo que le de la gana. Alguna vez que he sacado el tema me habéis dicho que esas perrillas que os sacáis os vienen muy bien, y hasta hay gente que vive de esto. Yo tengo la suerte de vivir de mi trabajo, así que quizá por eso me puedo permitir el lujo de ver este asunto tan claro, pero, los que ponéis publi ¿no creéis que, a la larga, vais a matar a la gallina de los huevos de oro?
En fin, espero que nadie se haya sentido ofendido por esta entrada, pero creo que es un tema que merece la pena ser discutido, ya que la blogosfera actualmente esta literalmente inundada de publicidad, y lo he hablado con algunas blogueras en "petit comité" a las que también les inquietaba el asunto. Y como mi blog, de todos modos, sólo lo visitan mi selecto grupo de frikis, pues me puedo permitir hablar en él de temas polémicos.
Y ahora al tema. Las judías borlotti se consideran, en el mundo anglosajón, un delicatessen. Su particularidad es que se cocinan frescas, y no secas como el resto de judías, y además que tienen una textura mantecosa muy agradable. Y bueno, que no te tengas que acordar de ponerlas en remojo la noche anterior es una gran ventaja.
Aquí las llaman judías pintadas, y la cosa es que llevaba tiempo viéndolas en el mercado, pero no sabía cómo se cocinaban, así que no me animaba a comprarlas. Hasta que un día vi las mismitas judías en un libro inglés bajo el nombre de judías borlotti, y aprendí la manera de cocinarlas, que es muy sencilla: se echan directamente al puchero. Es curioso cómo a algo que los anglosajones consideran la crème de la crème en materia judiil aquí apenas se le de valor y no se conozca casi. Así nos va a los españoles.
Después de haberlas probado, ya tengo otro kilo de ellas en el frigorífico, porque nos han gustado muchísimo su textura y su sabor. Si vivís en las islas y las véis en el mercado no dudéis en probarlas. Y que conste que esto no es publicidad ;)
Ingredientes,Aquí las llaman judías pintadas, y la cosa es que llevaba tiempo viéndolas en el mercado, pero no sabía cómo se cocinaban, así que no me animaba a comprarlas. Hasta que un día vi las mismitas judías en un libro inglés bajo el nombre de judías borlotti, y aprendí la manera de cocinarlas, que es muy sencilla: se echan directamente al puchero. Es curioso cómo a algo que los anglosajones consideran la crème de la crème en materia judiil aquí apenas se le de valor y no se conozca casi. Así nos va a los españoles.
Después de haberlas probado, ya tengo otro kilo de ellas en el frigorífico, porque nos han gustado muchísimo su textura y su sabor. Si vivís en las islas y las véis en el mercado no dudéis en probarlas. Y que conste que esto no es publicidad ;)
400 gr de judías borlotti o judías pintadas, como las llaman aquí, ya sacadas de la vaina
un membrillo
5 zanahorias pequeñas (pequeñas, porque eran las de la huerta) cortadas en dados
un puñado de espinacas frescas (de la huerta)
1 cebolla guayonge (de la huerta)
1/2 litro de caldo de verduras
un atadito de tomillo
una puntita de pimentón (murciano, que es buenísimo)
cilantro fresco picado y gofio para servir
En una fuente de hierro fundido ponemos un poco de aceite de oliva, y rehogamos la cebolla picada y las zanahorias. Cuando la cebolla esté transparente añadimos el caldo de verduras, el atadito de tomillo, las judías borlotti y el membrillo pelado y cortado en dados. Lo dejamos 45 minutos a fuego lento. Pasado ese tiempo, si las judías ya están tiernas, sacamos parte del membrillo, lo machacamos, y lo añadimos al puchero para que espese el caldo. Sacamos el atadito de tomillo, añadimos la puntita de pimentón y dejamos que hierva 10 minutitos más, y a comer.
Bueno, espero de verdad que nadie se haya ofendido por mi sermón del día, que no era esa mi intención. Me gustaría saber qué opinais, sobre todo, aquellos que ponéis publi en
vuestro blog, porque es una manera de conocer el otro punto de vista.