¡Ya estoy de vuelta! El trabajo y un congreso en Florencia me han mantenido alejada del blog, aunque a cambio aproveché para disfrutar unos días de la Toscana, esa región tan popular de Italia por su idílico paisaje de colinas, viñedos y olivares.
Ya había estado en Florencia hace años, pero era un viaje del colegio y no fui capaz de apreciar en toda su grandeza el capital artístico que tiene la ciudad. Es impresionante. Apabullante. Llegué a entender a Stendhal y su famoso síndrome. Cada rincón, cada barrio, tiene una iglesia renacentista con frescos o esculturas de una hermosura inabarcable. Nos pasamos horas y horas paseando por sus calles y plazas.
Está por supuesto el Duomo, con la cúpula de Brunelleschi que en su momento fue un prodigio de la arquitectura. Aunque a nivel artístico me llamó más la atención la Iglesia de
San Miniato al Monte, una joya medieval que se conserva en perfecto estado desde el Románico. Y está la galería de los Uffizi, en donde tienen tantas obras maestras que hasta los rincones de los pasillos están cuajados de esculturas griegas y romanas. En los Uffizi decidimos centrarnos en tres cuadros: el "Nacimiento de Venus" y "
La Primavera" de Botticelli, y "
La batalla de San Romano" de Paolo Uccello. Este último pasa inadvertido a la mayoría de los visitantes, y sin embargo fue revolucinario en el momento en el que se dibujó, en el siglo XV, por su técnica (¡la perspectiva!) y su planteamiento.
En Toscana visitamos San Gimignano, una preciosa ciudad amurallada medieval, Siena, la joya del gótico, y Lucca, con sus murallas ajardinadas y la maravillosa fachada de la iglesia de San Martino. Y lo mejor de la visita a Lucca fue conocer ¡por fin! a Monica. Todo el que lleva unos añitos en la blogosfera conoce su
blog, fue de los primeros que yo empecé a seguir no sólo por sus recetas, que ya sería motivo suficiente, sino por su personalidad, por su simpatía, por su cultura, por su delicadeza. Gracias a una coincidencia del destino nuestros caminos se cruzaron en Lucca. En persona es aún más encantadora, conocerla fue uno de los mejores momentos del viaje. Ya sabes, Mo,
il faut cultiver notre jardin ;)
Y bueno, ¡qué decir del paisaje toscano! Una tierra en donde crecen los olivos y las viñas, las higueras y el trigo, y los tomates, calabacines y berenjenas.... esos cultivos para mi son el compendio de la felicidad. No necesito más. Vaya, que si fuera rica, me compraba una "azienda" y para allá que me iba.
Lo malo es que no había tiempo para todo y el tema gastronómico quedó un poco de lado. A pesar de mi amor por la gastronomía prefería quedarme sin comer pero ver en vivo, con detenimiento, "La Primavera". Aún así comprobamos que se come bien casi en cualquier trattoria de barrio, y casi todos los días, para la cena, caía un plato de ravioli o tagliatelle frescos con una copa de Chianti en algún restaurante. A mediodía solíamos hacer un picnic con pan toscano, de masa madre y sin sal, y algún salami toscano, cuya calidad me sorprendió, ya que sabéis que yo soy poco carnívora y aún menos de embutidos y sin embargo estos me parecían deliciosos. Me llevé un poco de chasco con los mercados callejeros, que no abundan (sólo encontramos uno en toda nuestra estancia), aunque quizá sea debido a que la temporada de huerta allí es el verano.
El par de sitios que recomendaría para comer son "
La Casalinga", en el barrio de Santo Espirito, y el Mercato Centrale, en particular un puesto regentado por una "mamma" italiana auténtica (aunque el puesto se llama
Pork's, ¡un nombre horrible!) en el que la especialidad es el "panini porchetta peperoni" (un bocata de pata y pimientos, vaya) y las "
sarde a beccafico" (sardinas rellenas). En "La Casalinga" es recomendable reservar, a no ser que queráis esperar una horita (como nosotros) para cenar.
Y de postre, los famosos "cantucci di Prato" con "il vero vin santo". Como los cantucci son secos, se comen remojados en vino. Me encantan los cantucci, los podría haber tomado de postre a diario. ¡Y además son fáciles de hacer! Eso sí, lo que no he encontrado es sustituto para el vin santo. Probamos con Moscatel pero no tiene naaaaada que ver. Si algún italiano sabe qué vino español es equivalente, que me lo diga por favor. Aunque, de todos modos, como desayuno con el café con leche también están buenísimos. Aquí os dejo mi receta. A Giuseppe, que fue el catador, le encantaron, así que me quedé muy satisfecha.
Ingredientes,
200 gr de harina
200 gr de azúcar
1/2 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de cremor tártaro
una pizca de sal
2 huevos + 1 clara
1/2 cucharadita de extracto de almendras
1/2 cucharadita de esencia de vainilla
100 gr de avellanas crudas
50 gr de almendras crudas peladas
Lo primero que hacemos es tostar las almendras y las avellanas en una sartén a fuego medio. Si queréis pelar las avellanas, cuando aún estén calientes, las ponéis en un paño seco y las restregáis unas contra otras.
Encendemos el horno y lo ponemos a 180ºC.
A continuación mezclamos los ingredientes secos en un bol, añadimos los huevos, el extracto de almendras y la esencia de vainilla y amasamos lo justo para tener una mezcla homogénea (no hay que trabajar la masa en exceso). Es una masa muy pegajosa y húmeda, así que es ideal para un robot de cocina. Si no, tendremos que trabajarla con las manos húmedas. Por último añadimos las almendras y avellanas.
Dividimos la masa en dos porciones y formamos cilindros de unos 5 cm de ancho y 18 cm de largo. Los pasamos a una bandeja de horno, dejando espacio entre ellos porque crecen bastante. Los aplastamos un poquito, pero no demasiado ya que la masa ya va a bajar por si sola.
Horneamos 25 minutos a 180ºC.
Sacamos del horno y dejamos enfriar 10 minutos. Bajamos la temperatura del horno a 160ºC.
Con un cuchillo de sierra cortamos en porciones de un par de cms de ancho, que dejamos en la bandeja de horno con el lado del corte hacia arriba. Horneamos 10 minutos, les damos la vuelta y horneamos otros 10 minutos. Cuando empiecen a estar dorados, los sacamos del horno y dejamos enfriar en una rejilla.
Se guardan en una lata o un tarro de cristal, y dicen que aguantan bien bastantes días.... aunque en casa no vamos a comprobarlo.