Llevo dos meses sin publicar, por la sencilla razón de que el tiempo se pasa volando al lado del cachorrillo. Cada día hace algo nuevo: agarrar el biberón, morderse los pies, quitarse los calcetines....tonterías en apariencia que son signos de que su cerebro funciona a toda caña, haciendo conexiones neuronales que le durarán toda su vida y aprendiendo los movimientos que en el futuro le permitirán caminar, escribir... las bases de todo lo fundamental de la vida se asientan en unos pocos meses. Sabiendo que tendría que volver al trabajo en breve, he intentado no perderme nada. Ahora sólo nos vemos por las tardes, pero es entrar en casa y el granujilla estira sus bracitos hacia mi y me echa una gran sonrisa. Pero el reto mensual de las Ventanas Verdes era una buena excusa para volver a aparecer por aquí. Además, me siento responsable del ingrediente que hemos elegido para nuestras recetas de este mes: el sésamo. Soy culpable de haber contagiado a algunas de nuestras ventanitas mi adicción al pan con tahini y miel. Y mi nuevo vicio: la halva.
La halva, cuyo nombre viene del árabe halwa (dulce), es una especie de turrón blando que se prepara con tahini, azúcar o miel, y raíz de malvavisco (Althaea officinalis). Es muy popular en Oriente Medio, Turquía, pero también en los Balcanes, en donde se suele preparar con semillas de girasol en lugar de con sésamo.
D. y yo nos aficionamos a la halva, o helva como la llaman en Turquía, cuando vivíamos en Holanda, en donde la vendían al peso en muchas tiendas de productos turcos. Luego pudimos probarla en Estambul, en donde la fabrican con muchos sabores y llena de frutos secos, sobre todo en las tiendas de la cadena de confiterías Koska. Y hace poco di con ella en Santa Cruz en la tienda de Sharoj, y los últimos meses se ha convertido en ingrediente habitual en nuestra cocina. Un bol con kéfir, papaya, avena, nueces y halva es una cena ideal para los días en los que terminas cansada y no te apetece nada cocinar.
Variedad de helva de la tienda Koska |
Di con esta receta del libro Plenty More, de Yotam Ottolenghi, cuando ya había empezado mi afición a la halva, y decidí que tenía que hacerla sin falta. La he adaptado a mi estilo de cocinar porque, francamente, ya con la cantidad de nueces y halva que lleva es una receta muy, muy calórica, así que traté de aligerar el bizcocho usando yogur en lugar de crema y aceite de oliva en lugar de mantequilla. Ya he comentado antes que desde que empecé con la lactancia estoy comiendo como una lima y no engordo ni un gramo, así que este bizcocho me viene de maravilla porque como además lo hice con harina integral, con desayunar un trozo ya no tienes más hambre hasta la hora de comer. Eso sí, hay que ser conscientes de que es un dulce del que no conviene abusar. Pero un día es un día, y puestos a pecar mejor pecar con esto, que además alimenta, que con uno de esos bollos industriales llenos de calorías vacías. Este bizcocho está repleto de ácidos grasos ricos, de las nueces, y calcio del sésamo. Puestos a engordar, que al menos nos llevemos nutrientes pal cuerpo.
Ingredientes,
120 gr de nueces troceadas
60 gr de mantequilla
1 cucharada sopera de canela molida
25 gr de panela
150 gr de halva, troceada
200 gr de harina
3/4 de cucharadita de bicarbonato
3/4 de cucharadita de levadura
una pizca de sal
100 gr de azúcar morena
85 gr de aceite de oliva virgen
1 yogur natural
2 huevos, yemas y claras separadas
Calentamos el horno a 180ºC.
Preparamos primero las nueces. Calentamos la mantequilla a fuego suave en una sartén pequeña, hasta que empieze a tostarse. Apartamos la sartén del fuego y cuando se haya enfriado mezclamos la mantequilla con las nueces y la canela. Separamos la mitad de estas nueces y las mezclamos con la panela. Reservamos.
Mezclamos en un bol la harina con el bicarbonato, la levadura y la pizca de sal. En otro mol mezclamos el azúcar con el aceite, el yogur y las yemas de huevo.
Añadimos la mezcla de ingredientes secos a este último bol y removemos hasta tener una mezcla homogénea, con cuidado de no trabajar demasiado la masa.
Batimos las claras a punto de nieve y las añadimos al bol con movimientos envolventes de una espátula.
En un molde de bizcocho forrado con papel de hornear, echamos la mitad de la masa. Ponemos por encima la mitad de nueces que no llevan azúcar, y por encima de estas la halva. Echar la masa restante, y terminar con las nueces que llevaban azúcar.
Hornear 45 minutos. En la receta dicen que hornees hasta que una aguja clavada en el bizcocho salga limpia, pero no lo hagais así porque la halva se derrite y para cuando la aguja sale limpia el bizcocho ya está demasiado horneado. Yo lo tuve 50 minutos y fue demasiado.
Dejar enfriar 20 minutos en el molde antes de desmoldarlo, y no cortarlo hasta que se haya enfriado por completo.
Dejar enfriar 20 minutos en el molde antes de desmoldarlo, y no cortarlo hasta que se haya enfriado por completo.
Animaos a abrir el resto de Ventanas.