Bueno pues ha sido visto y no visto. Llegué el lunes de Madrid y hoy me marcho a Lanzarote, aunque sólo por tres días. Como me conozco, hoy he decidido poner las fotos del viaje a la península, porque si no al final me pasa como con el viaje a Marsella, que todavía tengo las fotos en el directorio de cosas pendientes. Así que aquí estoy otra vez escribiendo en el tram (¡es la única manera!).
Cada vez que vamos a la península sabemos que no va a ser un viaje para descansar. Uno aprovecha para estar con la familia, con los amigos a los que lleva meses sin ver, para ir al cine a ver en versión original las pelis que aquí llegan dobladas, para ir a exposiciones y, en mi caso, pasear por el centro porque Madrid me encanta. Nací allí, y es y siempre será mi ciudad. No quiero que esto se interprete como un arrebato centrista. Pero seguro que vosotros también tenéis un lugar del que sentís que formáis parte. Yo tengo la suerte de que me adapto muy rápido a los lugares nuevos, supongo que es algo que he llegado a desarrollar como método de supervivencia, ya que me ha tocado ir mucho de aquí para allá sin estar segura nunca de cuanto tiempo iba a vivir en cada sitio. Y bueno, al final cada lugar lo acabas haciendo tuyo. Pero siempre hay un sitio que es TÚ sitio. Y es que es llegar a Barajas, subirme al metro, y sentirme en casa. En fin, es así. Todo hay que decirlo, me pilláis en un momento de particular morriña porque acabo de volver.
Pero bueno, a lo que iba. Sabemos, siempre que vamos, que no vamos a parar en toda la semana. Y así fue. Dos días en Madrid, dos en Alicante, otro en Madrid, dos en Gredos, otro en Madrid, y vuelta. Eso sí, aprovechamos bien el tiempo.
En Campello, donde vive mi hermano, dando un paseo por la playa llegamos a la Lonja justo cuando empezaba la subasta del pescado. Parece ser que este sistema se usaba hace años y ahora lo han retomado. Los pescadores van sacando las bandejas con las capturas del día, y una persona va diciendo precios, por ejemplo, decía "este pescado el kilo a ocho sesenta, cuarenta, treinta..." y así iba bajando. Cuando el precio te interesaba, levantabas la mano y la bandeja era para tí. Si llegaba a un precio muy bajo y al pescador no le interesaba que siguiera bajando, se quedaba ahí, y dejaban la bandeja encima de la mesa, con el precio que había fijado el pescador, por si alguien quería llevársela. A mi me pareció muy interesante, porque el dinero se lo llevaba todo el pescador, excepto un 3% que era para el intermediario, que además hacía muy bien su trabajo y se ganaba su sueldo. Y el pescado era muy fresco. Vendían bandejas con salmonetes, san pedros y otros peces perfectos para hacer una bouillabaisse. Así que los que viváis por ahí cerca ya sabéis, todas las tardes de lunes a viernes en la lonja de Campello, subasta de pescado.
Tras pasar un día en Madrid, pusimos rumbo a Gredos. Queríamos hacer la ruta a Cinco Lagunas desde Navalperal del Tormes, luego cruzar al Circo por la Portilla del Rey, y desde allí volver otra vez a Navalperal. Dos veces lo habíamos intentado y dos veces tuvimos que darnos la vuelta, una por mal tiempo y otra porque uno de los integrantes de la expedición, a pesar de haberle avisado de que no se diera a la mala vida los días previos porque la caminata era dura, llegó con una tremenda resaca que se convirtió en migraña al día siguiente. Así que tuvimos que dejarlo. Esta vez estábamos decididos a conseguirlo. Y así fue. El primer día pusimos la tienda en Cinco Lagunas, aquí podéis ver mi bonita tienda de campaña (me la regalaron mis amigos el día que defendí mi tesis, así que le tengo mucho cariño), y al lado una cabra de esas que si pueden te mangan el bocata.
Y esta es una foto de la laguna Cimera.
Al día siguiente cruzamos al Circo y la primera parte fue bien, pero luego la verdad es que el camino del Circo a Navalperal estaba fatal indicado, los hitos parecía que los había colocado un guarda forestal esquizofrénico. Menos mal que teníamos tiempo, agua, y nada de niebla, porque si no igual nos habría tocado pasar otra noche allí. Finalmente, con paciencia (y ayuda de un GPS..) pudimos salir del valle. Pero vamos, que es una ruta sólo recomendable para montañeros con experiencia.
El sábado volvimos a Madrid, y nos dimos un homenaje comiendo en Casa Marco, uno de los mejores italianos de la ciudad. Y el domingo, de nuevo a la isla picuda.
Pero bueno, a lo que iba. Sabemos, siempre que vamos, que no vamos a parar en toda la semana. Y así fue. Dos días en Madrid, dos en Alicante, otro en Madrid, dos en Gredos, otro en Madrid, y vuelta. Eso sí, aprovechamos bien el tiempo.
En Campello, donde vive mi hermano, dando un paseo por la playa llegamos a la Lonja justo cuando empezaba la subasta del pescado. Parece ser que este sistema se usaba hace años y ahora lo han retomado. Los pescadores van sacando las bandejas con las capturas del día, y una persona va diciendo precios, por ejemplo, decía "este pescado el kilo a ocho sesenta, cuarenta, treinta..." y así iba bajando. Cuando el precio te interesaba, levantabas la mano y la bandeja era para tí. Si llegaba a un precio muy bajo y al pescador no le interesaba que siguiera bajando, se quedaba ahí, y dejaban la bandeja encima de la mesa, con el precio que había fijado el pescador, por si alguien quería llevársela. A mi me pareció muy interesante, porque el dinero se lo llevaba todo el pescador, excepto un 3% que era para el intermediario, que además hacía muy bien su trabajo y se ganaba su sueldo. Y el pescado era muy fresco. Vendían bandejas con salmonetes, san pedros y otros peces perfectos para hacer una bouillabaisse. Así que los que viváis por ahí cerca ya sabéis, todas las tardes de lunes a viernes en la lonja de Campello, subasta de pescado.
Tras pasar un día en Madrid, pusimos rumbo a Gredos. Queríamos hacer la ruta a Cinco Lagunas desde Navalperal del Tormes, luego cruzar al Circo por la Portilla del Rey, y desde allí volver otra vez a Navalperal. Dos veces lo habíamos intentado y dos veces tuvimos que darnos la vuelta, una por mal tiempo y otra porque uno de los integrantes de la expedición, a pesar de haberle avisado de que no se diera a la mala vida los días previos porque la caminata era dura, llegó con una tremenda resaca que se convirtió en migraña al día siguiente. Así que tuvimos que dejarlo. Esta vez estábamos decididos a conseguirlo. Y así fue. El primer día pusimos la tienda en Cinco Lagunas, aquí podéis ver mi bonita tienda de campaña (me la regalaron mis amigos el día que defendí mi tesis, así que le tengo mucho cariño), y al lado una cabra de esas que si pueden te mangan el bocata.
Y esta es una foto de la laguna Cimera.
Al día siguiente cruzamos al Circo y la primera parte fue bien, pero luego la verdad es que el camino del Circo a Navalperal estaba fatal indicado, los hitos parecía que los había colocado un guarda forestal esquizofrénico. Menos mal que teníamos tiempo, agua, y nada de niebla, porque si no igual nos habría tocado pasar otra noche allí. Finalmente, con paciencia (y ayuda de un GPS..) pudimos salir del valle. Pero vamos, que es una ruta sólo recomendable para montañeros con experiencia.
El sábado volvimos a Madrid, y nos dimos un homenaje comiendo en Casa Marco, uno de los mejores italianos de la ciudad. Y el domingo, de nuevo a la isla picuda.