Esta es la receta de la tarta de calabaza que nos comimos D. y yo de postre en esa estupenda cena de Thanksgiving que disfrutamos en Jasper, de la que os hablé en la anterior entrada. Sí, sí, ¡aún os queda Canadá para rato!
La festividad de Acción de Gracias se celebra sobre todo en USA y en Canadá, el cuarto jueves de noviembre en uno y el segundo lunes de octubre en el otro. En Canadá, antes de que llegaran los colonos, los indígenas ya tenían la tradición de celebrar una fiesta para dar gracias por una abundante cosecha que les permitiera sobrevivir al invierno. Cuando llegaron los franceses, en el siglo XVI, también tomaron la costumbre de celebrar esta fiesta para dar gracias por haber sobrevivido al largo viaje desde el antiguo continente y a los sucesivos inviernos, se supone que gracias a que los indígenas les enseñaron a sembrar lo que crecía por allí, de manera que no murieron de hambre (aunque hay que ver cómo se lo agradecieron más tarde: borrándoles del mapa). Entre otras cosas, se supone que les enseñaron el cultivo de la calabaza y sus múltiples usos. Y por eso el postre típico de la cena de Acción de Gracias es la tarta de calabaza.
Probé varias recetas y varios tipos de calabaza hasta que di con el sabor y la textura de la tarta que nos habían servido en Jasper. Algunas tenían demasiado huevo, o la calabaza era insípida. Finalmente di con las cantidades adecuadas, y con el tipo de calabaza perfecto. Tiene que ser una de esas alargadas, de color naranja claro, del tipo Cucurbita moschata. En algunos sitios de España las llaman calabazas confiteras, y en inglés las llaman butternut. Como usé azúcar moreno el color de la tarta es más oscurito de lo habitual, si queréis que os quede una tarta de un color naranja claro usad azúcar blanca.
Ingredientes,
1 lámina de masa quebrada, o masa brisa (si queréis hacer la masa a mano hay fabulosas recetas en internet, por ejemplo, la de Su)
2 tazas de puré de calabaza asada (500 gr)
1 taza de azúcar moreno
2 huevos
1 taza y 1/2 de leche evaporada
1/2 cucharadita de sal1 cucharadita de jengibre molido
1 cucharadita de canela molida
4 clavos molidos
Elaboración,
Lo primero de todo hay que asar la calabaza. Nada más fácil: calentamos el horno a 190ºC, cortamos una calabaza de aproximadamente 1 kilo en trozos medianos, los ponemos en una bandeja y la asamos durante unos 40 minutos o hasta que esté blanda. Dejamos enfriar, la aplastamos con un tenedor, pesamos 500 gr y reservamos. Otra opción es pasar la calabaza por la batidora, pero, como dijo una señora en el restaurante en el que probamos la tarta, "la auténtica tiene tropezones".
En un bol mezclamos el azúcar, los huevos batidos, la leche evaporada, la sal y las especias, con el puré de calabaza.
Mientras, calentamos el horno a 200ºC.
Estiramos la masa quebrada y forramos con ella un molde desmontable. Pinchamos el fondo del molde y horneamos la masa durante 3-4 minutos. Esto evitará que la masa quede húmeda debido a un relleno tan líquido como el que le vamos a poner. Sacamos el molde del horno y vertemos el relleno. Horneamos unos 40 minutos, o hasta que al pinchar con una aguja salga limpia.
Y degustamos dando gracias por la cosecha anual :)